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7-II-20 Viernes

Aunque obtuviera tres millones de votos populares menos que su rival Hillary Clinton, Trump ganó legítimamente las elecciones en 2016. Creo que es lo único escrupulosamente legal que ha hecho desde entonces, un cúmulo de decisiones arbitrarias y erráticas que han hecho saltar por los aires todos los consensos tanto en el ámbito internacional como doméstico (cambio climático, Irán, Oriente Medio, inmigración, guerras comerciales, and so on).

Su último ‘logro’ ha sido desvirtuar uno de los procedimientos democráticos más admirables, como es el de la destitución (impeachment) de un presidente que abuse del poder u obstruya a la justicia, circunstancias ambas que parecen darse en el caso Trump pero que los republicanos, amparados en su mayoría absoluta en el Senado, se han encargado de torpedear con todas las triquiñuelas legales habidas y por haber, como negar documentación a la oposición e impedir la declaración de testigos clave. Si a ello le unimos la berroqueña disciplina de voto de sus fanatizados conmilitones republicanos, el resultado estaba tan cantado como dañada la democracia norteamericana y notablemente perjudicadas las posibilidades electorales de los demócratas.

8-II-20 Sábado

Me cuesta horrores hacerme con una opinión más o menos coherente sobre el asunto de las placas fotovoltaicas de Son Solomó. Por una parte no tengo dudas en cuanto a la necesaria reconversión energética, tampoco en lo que respecta a la ineludible protección paisajística. Sin ser técnico en la materia, me parece plausible la idea de que el parque fotovoltaico es más eficiente concentrado en una zona que desperdigado por la Isla. ¿El valor paisajístico de Punta Nati? Es realmente notable, pero la instalación de placas no es un perjuicio paisajístico irreversible… Y no menos notables son los vaivenes del Consell y la crónica postergación de soluciones, lo que más perjudica al prestigio de las instituciones autonómicas.

9-II-20 Domingo

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Otro colaborador de «Es Diari» se toma un período sabático. Después de Juanjo Guerenabarrena hoy nos dice hasta luego el juez Fernando Pinto, articulista pedagógico donde los haya y persona de gran afabilidad. Me quedo con su concepto del «populismo punitivo», esa obsesión tan española por el castigo carcelario antes de cualquier otra consideración. Ayer leía en «La Vanguardia» un artículo muy relacionado con la tesis del amigo Fernando, firmado por Ignacio Sánchez Cuenca y referido a los llamados querulantes o querellantes patológicos de los que rebosa la política española donde para algunos todo es susceptible de denuncia al juzgado. En fin, echaremos de menos a Fernando Pinto…

10-II-20 Lunes

Lo que apuntaba de la capacidad de contagio de todo lo norteamericano: Un activista religioso de Ohio ha demandado a la Liga de fútbol americano por daños morales causados por la actuación de Shakira y Jennifer López en el intermedio de la SuperBowl. «¿Hubo alguna advertencia de que su hijo de doce años, cuyas hormonas empiezan a funcionar (sic), podría experimentar excitación sexual por el vestuario y movimientos de las divas?», se preguntaba el puntilloso ciudadano norteamericano. Tal cual.

Mientras tanto, en Segovia se había instalado la escultura de un fauno desnudo cerca de un colegio religioso de señoritas, desmán que no pasó inadvertido a los celosos guardianes de la moralidad y las buenas costumbres de Vox, quienes han denunciado al desvergonzado fauno «porque puede asustar a las niñas por su ciruelo» (sic). Según cuentan las crónicas, la escultura ha sido retirada… Snif.

13-II-20 Jueves

Mi primer recuerdo de la radio es el abuelo «Quicus de sa farinera» pegando patadas al aire al compás de los fallos de los chuts de Basora y Kubala. Luego veo a mi padre escuchando ópera en el viejo aparato de casa. Me veo a mí, en fin, en la misma radio esperando expectante que en Radio Menorca se pusiera en antena el «Perdóname» del Dúo Dinámico en su programa de discos dedicados. Luego vendrían las clandestinas audiciones de Radio España Independiente o Radio Pirenaica que fustigaban al omnipresente franquismo y nos hacían sentir ‘rebeldes’ y por fin, ya en democracia, las tertulias.

Desde entonces, casi tres horas diarias de radio matutina mientras me desperezo, desayuno y hago deporte, así como un programa propio de lecturas compartidas en la radio de Diana, no hacen sino acrecentar mi amor perdurable por un medio que me acompaña sin agobiarme mientras sigo con mi vida. Hoy es el Día Mundial de la Radio y lo celebro con infinito agradecimiento.