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Sálvese quien pueda, sí, esa parece ser la estrategia de Reino Unido frente a la pandemia del coronavirus. Su primer ministro Boris Johnson se ha sacado de la chistera, apoyado en asesores pero con casi toda la comunidad científica en contra, el concepto de inmunidad de grupo. Viene a ser que como se va a contagiar todo el mundo haremos lo posible por los graves o muy graves pero no tomaremos medidas para frenar el SARS-CoV-2 (salvo lavarse las manos y el autoaislamiento de los mayores), actuará la selección natural y el mandatario ya ha advertido que muchos van a perder a sus seres queridos antes de tiempo. Prefiere que el virus campe a sus anchas y no confinar la economía. Cruel, sobre todo cuando el periódico The Guardian publicaba recientemente un informe de salud pública que prevé un mínimo de más de 300.000 fallecidos en ese país y una duración de la crisis sanitaria hasta 2021.

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En el futuro, que se dibuja muy triste primero por los muertos y luego por la recesión que nos espera, se verá quién tenía razón. Me fijo en el ejemplo británico porque quizás a muchas de las personas que se toman a broma la pandemia, el estado de alarma y el confinamiento, que salen a correr, a pasear, a sentarse al sol, y se vanaglorian de hacer vida normal porque ‘solo es una gripe’, les gustaría ahora estar bajo dirigentes como Johnson y apostar a ver si son los fuertes que saldrán de esta, en caso de que lleguen a necesitar respiradores y oxígeno.

Mientras hay gente que se arriesga en su trabajo, desde sanitarios a cajeras de supermercado, y otros cierran sus negocios cargando a sus espaldas día a día pérdidas pero primando la salud propia y colectiva, otros insolidarios no pueden prescindir de nada. La única heroicidad que se nos pide es estar en casa y mirar la tele o internet, cuidarnos y cuidar de los nuestros. No tocan reproches, ni reclamaciones competenciales de políticos mezquinos, es hora de unirse y ser responsables. Estamos en el lado correcto, pero entre todo lo que se ha escrito de esta crisis leí que además del coronavirus hay dos poderosos enemigos, el pánico y el egoísmo.