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¿Como lo llevan queridos lectores? Imagino que cada uno como puede. Preocupación por el contagio, preocupación por el futuro económico. Preocupación por cuando nos dejaran salir de nuestras casas para dar un paseo, para que nos dé el sol en la cara, para compartir abrazos y cervezas con los amigos, o para meter el culo en el Mediterráneo. Joder, cuando terminé esta pesadilla creo que me voy a ir a vivir a Cala Pilar, o a Macarelleta, o a cualquier otra playa de nuestra Menorca. Ya ven, llevo años escondiéndome del sol y procurando ir a la playa solo en invierno y a horas intempestivas en verano, y ahora me tumbaría en la arena vuelta y vuelta hasta llegar al punto perfecto de barbacoa. Efectos secundarios de lo que estamos pasando.

Llevo ya unos cuantos años dándoles la tabarra con mis opiniones y réplicas. Alucino con su paciencia, los que me conocen en persona saben que soy cansino de cojones, y que cuando me arranco a hablar lanzó un chorro de palabras capaz de levantar dolor de cabeza a una estatua de mármol. Me siguen flipando los opinadores oficiales al servicio de sus amos, que lejos de mostrar un asomo de duda y cansancio, siguen escribiendo sus panfletos con una contundencia y una arrogancia sin fisuras. Desconfíen de los que llevan años opinando sin dudas ni muestras de cansancio, esa gente no mola nada, hay que evitarlos como a la pizza con piña y al zumo de naranja en tetrabrik.

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Así que después de darles la murga tanto tiempo, creo que les debo una pequeña compensación y se me ha ocurrido la siguiente tontería. Al final de cada artículo aparece una dirección de email que es la que utilizo para mantenerme en contacto con los lectores que tienen a bien replicar mis artículos. Pues bien, el que quiera que me envié un correo con un pequeño texto dando su opinión sobre el tema que le salga de las narices. El diario me da unos 3.500 caracteres por artículo, así que democraticémoslo y sumemos voces. Que sean textos muy breves para dar entrada al menos a tres por artículo, intentaré encajarlos y contrastar con ustedes las opiniones que me envíen. Solo se verá limitado por el espacio y por supuesto no publicaré ni un solo texto anónimo. El espacio de comentarios que ofrece este periódico ya es tierra sembrada para haters y trollers de toda condición que sueltan sus mierdas amparándose en el más cobarde de los anonimatos. Además la mayoría de ellos no tiene ni puñetera gracia, nunca suman nada, pero en estos momentos de excepción restan muchísimo, así que bloqueados como si se tratará de tuiteros locos.

Si se animan aquí tienen su espacio, y si por lo que sea están en otras cosas más importantes que unirse a este juntaletras en sus chorradas, cosa nada difícil, les prometo que aquí estaré la semana que viene, lanzando un segundo artículo de resistencia para tiempos excepcionales.

No quiero acabar sin compartir con ustedes una serie de dudas que me acompañan durante este estado de alerta, ahí van: ¿De dónde ha salido tanto virólogo, epidemiólogo, y especialista en pandemias? Si hacemos caso a las redes, cualquiera con una cuenta en Instagram se lanza a soltar sus chorradas sin pudor. ¿Ayuda que los ricos y famosos nos enseñen sus rutinas de encierro jugando al pádel, o nadando en sus piscinas? Que hagan su red social de ricos (tipo Telegram diamante) y respeten al que esta confinados en un piso de 40 metros. Y por último, si llevamos casi dos semanas sin salir de casa ¿por qué siguen desapareciendo los calcetines? Feliz jueves de resistencia.