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20-III-20 Viernes
Cuentan que cuando, a mediados de los cincuenta del pasado siglo, Josep Pla visitó Nueva York se quedó perplejo ante la multitud de rascacielos iluminados. «I tot això qui ho paga?», preguntó…

Algo así me planteo, asustado en mi ignorancia cuando veo las mareantes cifras de la inyección económica del Gobierno, pero mis asesores economistas me dicen que es justa y necesaria para sacar a España del marasmo económico que se avecina. Hasta Trump, un neoliberal de libro, parece apuntarse al riego con dinero público, o sea, a una boda de conveniencia con la denostada socialdemocracia. Cosas veredes…

21-III-20 Sábado
«Estaba viviendo esta pandemia de manera virtual, siguiendo la evolución de los datos desde mi ordenador. Hasta que hace una semana me estalló en la cara y todo se volvió real: mi padre dio positivo. Se lo contagiaron en el hospital cuando estaba a punto de recibir el alta por otro achaque. Murió ayer. No pude despedirme de él.»

Con este desgarrador párrafo inicia hoy su artículo en «El País» Ana Fuentes, que expresa con emoción contenida el intenso drama de los ingresados por el coronavirus, privados del valor más preciado cuando alguien cae enfermo de gravedad: el apoyo y cariño de sus seres más queridos de los que ni siquiera podrá despedirse. Este debe de ser el «¡Horror!», que clamaba el coronel Kurtz en las profundidades de una selva en guerra en la mítica película de Coppola «Apocalypse Now». Una guerra, la de ahora, para la que no estábamos preparados.

22-III-20 Domingo
Inicio el día exhumando el vetusto vinilo de Kenny Rogers, el cantante country fallecido ayer, para escuchar respetuosamente «Don’t fall in love with a dreamer… Just when you think you’ve really changed him, he’ll leave you again» («No te enamores de un soñador porque cuando pienses que lo has cambiado, te dejará de nuevo»), una preciosa balada a la que he ido volviendo periódicamente en tiempos de melancolía. (Nota privada: advertir a Inés a su debido tiempo sobre los soñadores).

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A esas tempranas horas aún no sabía que la melancolía se iba a convertir en el horror del coronel Kurtz, convirtiendo el domingo en un día horribilis por obra y gracia del maldito virus que hiere profundamente a un ser muy querido, cuyo estado se agrava en este día ya maldito para siempre.

23-III-20 Lunes
Ayer había decidido cerrar el dietario, no me sentía capaz de continuar, pero hoy noto que necesito romper este maldito aislamiento. No puedo abrazar a mi amigo doliente, ni siquiera verlo, pero sí comunicarme con los dieciséis lectores que me siguen (uno menos de los que atesoraba el inolvidable Miquel Vanrell). Mi conexión espiritual con ellos, el saber que están ahí esperando mis tonterías sabatinas, me da fuerzas…

Eso y aferrarme a las nunca bien ponderadas rutinas que te hacen creer que sigues en el mundo que conocías, ese desayuno simple pero delicioso con el aroma del café mezclándose con el de las tostadas y el de la tinta de «Es Diari» recién impreso; ese repaso a la prensa digital que ahora es más reposado y amplio; el ratito dedicado diariamente al quehacer dietarista y/o a la selección de artículos para la radio de Diana; el pedacito de queso y el vino del aperitivo, la comida en pareja de reclusos, la siesta bajo la vigilancia del viejo Allen, ese par de horas dedicadas a la lectura de novelas y algo de ensayo; el intento siempre baldío de entender una película en inglés, el programa de Wyoming, la tertulia nocturna de 24 horas de TVE. En fin, estrategias de supervivencia, cada uno se lo monta a su manera en la espera del siguiente parte médico.

24-III-20 Martes
Fallece, a los 92 años y al parecer sin coronavirus, el dibujante original de Ásterix y Obélix, Albert Uderzo… ¡Por Tutatis! Preguntado hace un par de años por el éxito planetario de la colección, su compañero guionista Goscinny lo atribuyó, ¡cómo no! a la poción mágica…

25-III-20 Miércoles
El subgobernador de Texas Dan Patrick afirma que él «y otros abuelos» están dispuestos a sacrificar sus vidas para salvar la economía de su país por sus hijos y nietos… A los vejetes incipientes, estas barrabasadas nos fastidian especialmente, como escribía el otro día Rosa Montero en «El País Semanal». Ese indisimulable alivio con el que se informa de que el coronavirus es letal para «gente de avanzada edad» («venga, no hay que preocuparse tanto con este bicho, total solo mata a los viejos y a los enfermos, alegría, alegría»…) desanima bastante, la verdad. Además, es una infamia.