TW

No habrá suficiente cerveza, te lo aseguro. Ni suficientes patatas bravas. No tendré el tiempo necesario para hacer todo lo que quiero hacer ni tampoco despilfarraré el tiempo que tenga en hacer cosas que no quiero. Saldremos de esta, lo sé, y aprenderemos –un rato al menos- a valorar el valor exacto de las pequeñas cosas, aquellas que hasta ahora quizás devaluábamos hasta hacerlas insignificantes y que en estos días se han revalorizado por encima del precio del oro. ¿O no?

El día que podamos salir con absoluta normalidad, ese día, será una gran fiesta. Más allá de que podamos brindar, bailar o celebrar, cada uno podrá cumplir su pequeño y a la vez gran deseo que le merodea estos días y que sirve de aliciente en los momentos más duros para seguir luchando.

En mi caso, lo primero, abrazar a mi madre. Dudo que exista mejor sensación que la que te regala ese gesto sincero. Mi lucha, por ejemplo, va destinada a que ella no se contagie, aunque para ello tenga que renunciar a algo que, a mi entender, es esencial. Lo segundo, perderme unas horas por el Camí de Cavalls.

Noticias relacionadas

¿Qué tal llevas esos malos momentos? Yo he empezado a preocuparme menos por lo que vendrá y más por lo que tengo. Estar encerrado circunstancialmente me ha permitido hacer una lista de prioridades con su correspondiente registro de cosas que, de ahora en adelante, ni me van ni me vienen. Dicen que quien pasa por una experiencia traumática valora mucho más todo lo que le rodea y prioriza con un criterio más efectivo y selectivo. Ojalá…

Esta pesadilla está sacando cosas muy buenas de cada uno, la verdad, cosas que me hacen reflexionar y pensar que tenemos un potencial mayor del que pensamos. No en plan autoayuda para conseguir aquello que nos propongamos, sino en plan común, pensando en el bien de todos. Somos mejores vecinos, compañeros de trabajo, amigos de lo que nos pensamos. Y creo que cuando todo esto pase deberíamos hacer lo posible por no olvidarlo.

Para cuando vengan otros malos momentos –que vendrán- y otros problemas que nos parecerán más importantes –que realmente no lo serán-, y que quizás también necesitaremos que alguien nos recuerde el «Resistiré» que tanto nos hace sonreír. Y para cuya celebración cuando todo se solucione, pensemos que tampoco habrá suficiente cerveza.

dgelabertpetrus@gmail.com