A les vuit del vespre se senten aplaudiments per l’esforç del personal sanitari, i també per als científics que treballen a la recerca d’antídots i vacunes, que han fet i fan coses útils per a la humanitat. La fe i la ciència no estan barallades; la ciència i el dogma o la superstició sí. Tal vegada per açò, cap als anys 60 del segle passat, el manual de filosofia de 6è de batxillerat ens adoctrinava contra «l’orgull científic». Literalment: «Los misterios de la religión no pueden ser desentrañados por la razón humana. De aquí la necesidad de atenerse al dogma, como un límite a nuestras especulaciones. Como los dogmas son verdades absolutas, si llegamos a una conclusión que contradice el dogma, la que se ha equivocado sin duda es la razón, pues no puede haber dos verdades, una religiosa y otra filosófica (...) Reconocer estas equivocaciones es un acto de humildad, que frena el orgullo racionalista, que tantas veces se ha dado en los filósofos y los científicos». L’Espanya eterna, «martillo de herejes», «cruz y espada», etc..», que mai no acaba de desaparèixer.
De rebot
El salpàs
09/04/20 0:28
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