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Se puede desechar el argumento de que después de este mundo no hay otro, de que todo se acaba aquí, de que tal posibilidad es mera fantasía. Pero lo que no se puede contradecir es la existencia de ‘alguien’ o de ‘algo’ que diera origen a este y a otros hipotéticos mundos extendidos por el Universo, al que se le llama Dios, porque de la nada, nada se puede concebir, porque de la nada no se puede por ejemplo erigir un cuerpo inteligente como el de usted con cuatrillones de milagrosas conexiones, desde la cabeza hasta los pies. ‘Algo’ o ‘alguien’ ha participado en su elaboración. Ciertamente este Dios podría ser un punto, un automatismo que ha explosionado dando inicio a la existencia… Pero un punto ya es ‘algo’. Tenemos un punto de partida… Y no es que me empecine en tener un punto de partida,… sino que concurre un punto de partida.

Dicho esto, las presunciones sobre Dios son fundamentalmente dos. Puede que intervenga en nuestras vidas -teísmo- o puede que no intervenga -deísmo. Mientras unos alegan que no interviene, que somos una simple hoja del árbol universal, otros opinan lo contrario, elevándonos a la categoría de fruto,... guardado en la despensa divina, una vez ha madurado.

Cabe preguntarse antes de proseguir qué razones tuvo Dios para depositarnos en este valle de lágrimas, seamos hojas o seamos frutos.

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Si somos hojas, si no nos espera nada después de la muerte, son simplemente elucubraciones de un ser ininteligible, un maníaco, sin sentimientos, por adentrarnos en las desgracias, en las enfermedades y en la muerte. ¿Para qué nos insertó en un drama digno de Netflix? ¿Para refocilarse como los césares en el Coliseo mientras se mataban los gladiadores? Detesto a este Dios…

Por otra parte, desapruebo también a este otro Dios que se ocupa de nosotros, por su cultura estoica y por sus exigencias, aparentemente superiores a nuestras posibilidades,… pero, me amigo con Él, por no ser la culpa propiamente suya esta tétrica serie de HBO de la que somos protagonistas. Dios, el punto de partida, Algo que explosionó, tiene esta áspera Naturaleza. Diríamos sencillamente que no puede ser de otro modo. La vida es así como dice una de nuestras canciones.

Esta conjetura es la más razonable si se quiere dar un sentido positivo a tanta desolación. Aunque cabe también perfectamente la opción bíblica, de Adán y Eva, a la cual detesto más que las otras por no ser legal abonar las faltas que origina otra persona. Está claro, que cada cual debe pagar las suyas. En fin, que llevo mal esto de tener que sufrir algo por culpa de otros. Pero también es cierto que si Adán y Eva no hubieran seguido jodiendo, ella no hubiera parido infantes y a las primeras de cambio este planeta hubiera quedado desierto y por eso, aunque a regañadientes, la acepto, …según parece estaban advertidos que iban a salir por pies del Paraíso en caso de hacer lo que no debían.

El ser humano entiende que algo puede haber después de este mundo, que somos frutos y no hojas, que vendría a ser en síntesis, parafraseando, de algún modo y a mi manera, lo dicho por Don Quijote de la Mancha a Sancho Panza: «Sancho, las alegrías y las tristezas no fueron hechas para las hojas, sino para los frutos».