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Asidua a La Sexta noche de Iñaki López, escuchaba el sábado al omnipresente presidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla y expuso una idea que disparó mi imaginación. Comentó que personas de grandes ciudades se plantean otra vida alejada de la masificación, y por ello sería buenos tiempos de ocupar la España vacía, de esos pueblos fantasma de hogares deshabitados. Dejó caer la idea. Qué hermoso sería que estos pueblos pudieran ser ocupados por familias jóvenes. Meses atrás cuando Jordi Évole presentaba su «Salvados», se fue a hacer periodismo por estos pueblos, y se veía difícil abrirse camino sobre todo por el tema del trabajo, el wifi, y los niños sin escuela. Pero lo intentaban. Me gustaría saber cómo vive esta gente la crisis sanitaria, seguro con la ventaja de respirar aire puro y sentir la naturaleza cerca.

Hace unos días el fotógrafo del diario, Josep Bagur, retrataba en un ‘Sorprende y no Sorprende’ como por «la ausencia de personas transitando por la calle, durante estos días de confinamiento, han crecido las hierbas,... donde las plantas se abren paso entre los adoquines y ascienden por las paredes». Esta misma imagen la he podido ver en ciertas zonas del puerto de Mahón. Y me alegra la vista, no es dejadez ni descuido, es la propia Naturaleza la que se extiende dando color y oxígeno a tiempos de mascarillas, donde se tapan expresiones como la sonrisa.

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Vegetación, animales que van ocupando tímidamente las urbes, aguas cristalinas, y quizás gente que devuelva la vida a pueblos fantasmas, qué maravilla de sueño. Y si a eso le sumas, energías renovables, que ayuden a seguir mejorando el medio ambiente. Con construcciones de impacto cero, y ecológicas. Y un consumo de alimentación consciente haríamos el equilibrio perfecto para hacer de esta Tierra un mundo más deseable, para nuestros nietos. Y si a este plan que planteo lo condimentas con una comunicación amable contigo mismo y por ende con los demás, wuau!!! Soñar con los ojos abiertos.

Paso a paso, como las fases que vamos conquistado valoramos lo que una vez era nuestro en libertad ‘alocada’. Vivíamos al día, sin parar a observar, a sentir, a valorar. ¿Este parón ‘coronavirus’, nos ha enseñado algo? Sí, ojala esta utopía relatada nos hiciera ver que podemos vivir haciendo a la Naturaleza partícipe. Si la Natura nos acompañara en nuestro día a día, estoy convencida de que seríamos mejor personas. Hay una relación hermosa y positiva al vivir entre plantas: psicológica, y científica: purifican el aire, y eliminan ciertas sustancias químicas potencialmente peligrosas. Quién no te dice que acabarán con este ‘bichito covid-19’ si dejáramos las urbes y viviéramos en pueblos. Lo dice una persona de Valencia que vive en Menorca, desde hace 12 años.