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15-V-20 Viernes

Lo que más me llama la atención de las algaradas callejeras de los ‘cayetanos’ (en honor de la pugnaz diputada popular Cayetana Alvarez de Toledo, mujer tan culta e inteligente como proclive a la trifulca política), son los gritos de ¡Libertad! proferidos por los manifestantes, en general gente acomodada de la capital de España. Supongo que se refieren al confinamiento, aunque podrían referirse también al concepto sui generis de «libertad», aquel que se puso de moda a partir de la antológica proclama del libertario español en jefe, JM Aznar: «¿Quién me va decir a mí las copas que puedo o no tomar antes de conducir?»…

Así, uno de los manifestantes, envuelto en la bandera española, se quejaba ante las cámaras de televisión: «¿quién me va a decir a mí cuándo puedo o no puedo ir al dentista?...» El «¿quién me va decir a mí?», paradigma de este curioso libertarismo insurreccional, parece ser el lema de los «cayetanos» en el país de la «real gana». Si no fuera todo tan chusco, sería hasta divertido.

16-V-20 Sábado

Bajo a la ciudad después de varias semanas sin hacerlo, provisto de mascarilla FFP2, que te tapa media cara, gafas de sol y la expresión más acobardada de la que soy capaz. Me cruzo con gente también embozada y entre que trato de discernir si saludar o no, ya se ha pasado la ocasión.

De pronto me acuerdo de mi época de cofrade en La Sang cuando después de dar caramelos a una chica que me gustaba, me destapaba la cara para ulteriores (e hipotéticos) beneficios, y me levanto cuidadosamente el embozo, manteniendo, eso sí, los dos metros reglamentarios. Claro, luego viene el pequeño problema de que tu audición no es la de antes, y vuelvo a la máscara tratando de disimular que, con el ruido de la calle, no me entero de gran cosa de lo que me dicen. Y tan feliz.

17-V-20 Domingo

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Contaba el escritor Ignacio Martínez de Pisón hace un par de semanas en «La Vanguardia» que en los peores momentos de la pandemia leyó la noticia de una anciana belga que murió tras renunciar al respirador que le iban a colocar. Algunos medios lo presentaron como «un caso extraordinario de solidaridad»… Y se preguntaba el escritor: «¿Qué será lo siguiente? ¿Calificar de insolidarios y egoístas a los viejos que muestren ganas de vivir? ¿Hacerles sentir culpables del déficit de la sanidad española y la falta de medios en los hospitales?»

Pues ya empiezo a ser un viejales y no siento remordimiento alguno de mis ganas de vivir y desde aquí anuncio que no pienso ceder mi futuro aparato respirador a cualquier deportista sobrevenido y menos si va por la calle embutido en un chándal de colorines y resoplando cual ballenato. Tampoco pienso amargarme la vida despotricando del gobierno y del confinamiento. Lo más importante ahora es controlar al virus, y lo menos deseable, en las actuales circunstancias, unas terceras elecciones…

19-V-20 Martes

El «Financial Times», biblia del orden liberal, afirmaba en un reciente editorial que se tendrán que poner sobre la mesa reformas radicales consideradas extravagantes hasta hace bien poco, como la renta básica universal y un nuevo impuesto sobre la riqueza… ¿Se estará internacionalizando nuestro socialcomunismo?

20-V-20 Miércoles

Siento tener que referirme a él de nuevo, cuando me había prometido a mí mismo no hacerlo, pero no me deja más remedio: Trump toma hidroxicloroquina por su cuenta, pese a las recomendaciones en contra de su uso de la FDA (Agencia de Alimentos y Fármacos de E.E.U.U) y el CDC (Centro para el Control y Prevención de enfermedades). Y es que ¿quiénes son la FDA y el CDC para decirle al presidente lo que tiene que hacer? «Resulta que estoy tomando cloroquina», se jactó Trump como si tomara un refresco o una golosina… Hace meses, años, diría, que uno viene avisando sobre los del «¿Quién me va a decir a mí?», pero no me importa repetirme: son peligrosillos…

21-V-20 Jueves

Día triste el de ayer para la democracia española: por una parte, la constatación de que PP y Vox se suben ¿definitivamente? al monte del tremendismo, achacando al presidente Sánchez los cerca de treinta mil muertos como si no existiera la pandemia, mientras entre bambalinas, el Gobierno muestra una de las peores caras de la política, la del chalaneo irresponsable, al pactar con una fuerza minoritaria y de dudosa calidad democrática, nada menos que la derogación, imposible e indeseable en su integridad, de la reforma laboral vigente. Una muestra de saltimbanquismo político manifiestamente irresponsable… ¿Quién me va a decir a mí lo que puedo o no puedo pactar con quién quiera? Snif.