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Se ha apagado Pau Donés, una guitarra que jamás debió dejar de sonar, un corazón firme que nunca debió dejar de componer, una vida que jamás debió terminar tan pronto. Se marcha derrochando mensajes de optimismo y vitalidad, alguien que quiso luchar y luchó y que, llegado el momento, al saber que la lucha ya era en vano, optó por dejar un último regalo para el mundo en formato de disco. «Me estoy quedando sin tiempo», profetizó.

La importancia de Pau Donés va mucho más allá de la que quieras elegir como su mejor canción. El cantante y su Jarabe de Palo, han enseñado más en una veintena de años que cualquier clase de filosofía existencialista. Y si no, analiza con detenimiento: «Depende, todo depende, de según cómo se mire todo depende». No has podido evitar leerlo con la entonación. Te entiendo, a mí me ha pasado lo mismo mientras lo escribía.

La obra de Donés es, para mí, magnánima. Escondió una trágica historia de amor en un sencillo «Agua y sed, serio problema, cuando uno tiene sed, pero el agua no está cerca; cuando uno quiere beber, pero el agua no está cerca». «¿Qué hacer?», preguntaba y al poco, unas cuantas estrofas después, se contestaba: «Conservar la distancia…» y «Dejar que el agua corra». «Un mensaje hay entre líneas», cierra luego, por si a alguien se le había escapado.

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El catalán, que sumaba 52 primaveras, nos enseñó que a veces es bueno pararse a observar a quien nos rodea y contar «cuántas veces se ha reído». «Suéltate y cuéntame, que aquí estamos para eso, pa’ lo bueno y pa’ lo malo, ríe ahora y llora luego», aseguraba, y te desvelaba que hace tiempo alguien le dijo «cuál era el mejor remedio cuando sin motivo alguno se te iba el mundo al suelo… Y si quieres yo te explico en qué consiste el misterio, que no hay cielo mar ni tierra, que la vida es un sueño». Cierto, es un sueño. Un soplido rápido y efímero que tenemos la obligación de llenar.

Y, ¿sabes? «El tiempo es una palabra […] que corre lento y pasa deprisa», «Ni se tiene ni se atrapa», «No se detiene, ni se compra ni se agarra…». Al tiempo, «Se le odia o se le quiere». «Curioso elemento el tiempo», sin duda.

Lo firmaba la misma persona que te aseguró que «Hay dos días en la vida para los que no nací…», aquel que perdió a su madre a los 16 y que vaciaba su alma en esos acordes que acompañaba «Despertar cada mañana, y gritar dentro del agua que la muerte ya vendrá». Porque Pau Donés fue alguien que optó por temerle a la vida y no a la muerte. Temer al hecho de malgastarla, despilfarrarla cometer el error de contarla en minutos cuando se debe hacer en instantes que te dejan sin respiración. Gracias, Pau.

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