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Hoy se llama edadismo a la discriminación por edad. Se refiere a los comportamientos inadecuados hacia las personas mayores. Según la definición de la OMS el edadismo es, simplemente, la discriminación de una persona por su edad. Se trata de excluir a las personas únicamente por su edad avanzada. Este tipo de discriminación se aplica a los viejos simplemente por ser viejos, sin conocerles, sin considerar la trayectoria que pueden haber seguido durante su vida. No se tiene en cuenta que, como pasa con los jóvenes, no todos los viejos son iguales. Se generaliza de modo peyorativo (un viejo, un trasto inútil) Se ataca la autoestima de los viejos, presuponiéndoles a todos inservibles.

El edadismo es un tipo de maltrato, porque acusa de incapacidad simplemente mirando las cifras de la edad. Algunas conductas de edadismo casi nos pasan desapercibidas, como el hecho de gritar a una persona mayor suponiendo que todos los viejos son sordos. Decir que alguien huele a viejo es otro ejemplo común de este tipo de discriminación, o más claramente, como decían los jóvenes de mi época cuando un niño se meaba en los pantalones: «Fa pudor de pixat de vella». Como si los orines de los jóvenes no olieran mal, o como dicen en inglés de alguien engreído: «He thinks his shit doesn’t stink» («Cree que su mierda no huele mal»). Otro caso frecuente de edadismo es suponer que todos los viejos son dependientes, lo cual es un error tan grande como suponer que todos los jóvenes son drogadictos.

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Las mujeres suelen decir que a partir de cierta edad se vuelven invisibles, porque ya nadie las mira; eso es un caso de edadismo muy claro. El edadismo ocurre incluso en el mundo de la cultura; a menudo se supone que porque un escritor o un artista son viejos ya lo han dicho todo, sin que cuente para nada su experiencia de toda una vida. Y en cuanto a la vida sexual incluso el refranero anda lleno de discriminaciones hacia los viejos: «Al tomar mujer un viejo, tocan a muerto o a cuerno», «Viejo que se casa con mujer moza, o pronto el cuerno, o pronta la losa, si no son ambas cosas» «Viejo con joven en la cama, muy repleta tiene el arca».

Tan edadista es el refranero que ni siquiera habla de viejas, sino de viejos. Pero también lo es en cuanto al conocimiento, como si solo los jóvenes fueran listos: «Loro viejo no aprende a hablar» Cierto, en esto del edadismo, como en tantas otras cosas, acaso las mujeres lleven la peor parte. Desde luego, pocos jóvenes se casan con mujeres viejas.