TW

El carisma de Núñez Feijóo en Galicia y el nacionalismo en Euskadi han sido los grandes triunfadores de las autonómicas en Galicia y en el País Vasco. Eran las primeras elecciones en tiempos de la covid-19 y la incidencia del fenómeno ha pesado, en el País Vasco solo acudió a las urnas el 52,86 por ciento de los electores, mientras que los gallegos fueron el 58,88.

Más de la mitad del gasto público en los territorios lo gestionan los gobiernos regionales, sus políticas inciden cada vez más en la vida ciudadana, pero los electores las siguen considerando unas elecciones de segunda frente a las generales. En el País Vasco ha votado un 16 por ciento menos que en las generales de noviembre y en Galicia la participación ha caído un 8 por ciento respecto a aquella cita. Es obvio que, coronavirus aparte, muchos electores pasan de las autonómicas.

Noticias relacionadas

Al margen de la conclusión primera, los resultados constituyen un severo castigo para Podemos, que ha sido borrado del parlamento gallego y reducido a la mitad en el vasco. Aquel movimiento de bases en círculo se ha transformado en una estructura vertical al servicio del líder y los votos han emigrado hacia opciones más fiables.

Cuanto más poder interno acapara la dirección, más desastrosos son los resultados, le han dicho a Pablo Iglesias algunos de los rebotados de su partido, que comienzan a ser legión. Ahora deberá ser él quien cierre la puerta al salir del parlamento gallego.

Lo más destacado es la victoria aplastante del nacionalismo vasco, que suma dos tercios de la representación popular y ganó en todos los municipios menos en uno. Como en Cataluña es un nacionalismo dividido, el que representa a la burguesía industrial y el sobrevenido a golpe de sangre. Parece poco probable que se unan como hicieron Mas y Junqueras, no tienen necesidad de momento de esconder la corrupción con ese tipo de estrategias.