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El tono empleado por la presidenta del Consell y el conseller de Movilidad del Govern para replicar la peregrina idea de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) no suena demasiado convincente porque parece extraído de un discurso lógico, previsible en el que se dice lo que se tiene que decir sin ir mucho más allá.

«Ni un paso atrás en el descuento del 75%», «no lo vamos a permitir…» son frases que puestas en el contexto más práctico no intimidan ni a la AIReF ni al mismísimo ministro que ya en otras ocasiones ha sembrado dudas respecto a la bonificación de la que gozamos los residentes, gracias dicho sea de paso, al peso fundamental de los canarios para negociar con el Gobierno.

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Se trata de una situación absurda porque absurdo, inaudito y lamentable es que quieran replantear el descuento aplicando variables que incidirán en nuestra contra fabricando distinciones según el poder adquisitivo de cada uno para poder viajar más o menos veces al año.

Parece más una elucubración leída en un manual de cómo putear a los residentes en Balears, en concreto a menorquines y eivissencs que padecemos la doble insularidad. El temor en esta coyuntura resulta inevitable, todavía más si escuchamos como nuestros representantes políticos esgrimen hoy que es fundamental investigar el comportamiento de las aerolíneas. ¿Pero qué hay qué investigar?, ¿alguien duda todavía que el aumento al 75% del descuento para los residentes provocó automáticamente el incremento de las tarifas en los billetes en busca de una compensación vergonzosa que, en la mayoría de casos, minimizó ese logro?

No hay nada que investigar. Lo que hay que hacer es adoptar una postura firme aunque sea improbable que Balears pueda tener la misma fuerza que tiene Canarias para ‘vender’ sus votos al gobierno de turno, y conseguir algún día que las compañías dejen de comerciar con los isleños incidiendo en nuestra consideración de ciudadanos de segunda por la dependencia absoluta que tenemos de ellas.