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La sonrisa perfecta y la buena salud de encías y dientes tiene un precio, y no es pequeño. Si uno no cuenta con el apoyo inestimable de la genética y no pone mimo en el cuidado de sus piezas, la factura de las reparaciones dejará tiesa cualquier economía media. El elevado precio de los tratamientos dentales y la escasa cobertura de la sanidad pública abocan a muchas personas a caer en la trampa de cadenas de clínicas que en los últimos años proliferan, rompen el mercado, ofrecen financiación atractiva y se abren paso con una publicidad agresiva, que cala sobre todo y como siempre, en los que tienen las rentas más bajas. Porque solo así pueden acceder a los tratamientos, pagando a plazos implantes, empastes u ortodoncias. Tanto la estética como la salud bucal no están todavía por desgracia al alcance de todos en este país.

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El terreno está así abonado para sucesivos escándalos de empresas que dejan tirados a sus pacientes, la historia no por conocida deja de repetirse, y ahí está el último ejemplo, Dentix, precedido por IDental, Funnydental, Unidental, Caredental...., y siempre con las autoridades de perfil, permitiendo que una vez tras otra los consumidores más modestos muerdan el anzuelo. Ahora con la quiebra de Dentix miles de personas en Balears, también en Menorca, se han quedado con sus tratamientos dentales a medias, en algunos casos ya pagados y en otros con la obligación de afrontar créditos por algo que no percibirán. ¿Cuántas veces es necesario que se repita para poner orden por parte del Gobierno? Es algo urgente, como lo es también, y así lo ha reclamado el Colegio Oficial de Dentistas de Balears, que se regule la publicidad relativa a los servicios sanitarios, para evitar nuevos perjuicios. De momento hay gente con la boca destrozada, comiendo puré, sin esbozar una sonrisa, pagando una deuda por algo que no ha recibido. Consumo recomienda reclamar, pero los afectados reclaman soluciones.