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Todo está en tu mente. De repente me subo a la bicicleta y veo que estoy más que oxidada. Tengo que ponerme al día. Llevaba la friolera de más de 10 años si subir a una ‘velo’ y darle a los pedales. Es curioso porque algo que aprendes no se te olvida como es el caso de ir montada en un vehículo de dos ruedas. Aunque, como en mi caso, te sientes extraña: el cuerpo tiene que volver a recordar. Por ejemplo el tema sillín: wala! Hay que bajarlo para mi gusto. El tema las marchas, no soy disléxica pero siempre tengo que recordar la derecha y la izquierda, con sus consecuentes platos y piñones. La parte técnica: hay dos desarrollos, el grande y el pequeño. Y aquí viene lo interesante: para subir cuestas, plato pequeño, piñón grande. Y para terreno plano y descensos: plato grande, piñón pequeño. Pues cuando todo eso lo tienes en la cabeza, y te subes a la bici, ponte a recordarlo, y ¡ojo! Dale un plus de responsabilidad porque llevas a una persona detrás, de paquete. Si, por eso me he puesto las pilas para llevar a mis hijos, que crecen muy rápido y quiero capturar esos momentos. Prometo que antes de subir a Nadal, estuve una semana antes practicando. Ahora, voy sobre rudas, y nunca mejor dicho. La lástima es que la ciudad de Mahón no está preparada para bicicletas, es cuando te acuerdas de personas que van en sillas de ruedas y piensas cómo subirán estas aceras que no tienen rampas, cómo no arreglan las obras, es decir, sabemos que las obras terminarlas llevan un tiempo pero esa misma obra no pueden adaptarla al ciudadano, la tienen que dejar pedregosa, no podrían ponerles unas tablas, digo.

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Y es que esto que relato podían ser momentos de tik-tok. Que aplicación más interesante. Por un lado veo: creatividad, humor, y mucho movimiento de caderas, mucho baile. Por otro lado, veo reflejado a una sociedad donde puedo valorar: su estatus social, cultural, la moda, la música. Y ver a los jóvenes en qué ambientes se mueven. Y como se expresan. Por ejemplo su condición sexual ya no es un tabú. El haber sido madre o padre joven (pre-adolescencia la mayoría: de 12 a 16 años) lo muestran con orgullo. Aquí me recuerda lo que escribí en columnas anteriores, que hay que hablar de sexo en casa.

Me llamó la atención un chico alto, delgado y desgarbado totalmente desinhibido, transvistiéndose en ocasiones... y lo mejor -por eso me llamó la atención- sus padres están presentes, ellos forman parte de sus shows. Lo que me dio a pensar que le apoyaban, le arropaban. Me parece bello. Muchos padres y madres participan en los tik-tok de sus hijos, y me parece el mejor ejemplo. Estar dentro de su mundo. De alguna manera estás presente en sus redes sociales, que manejan con destreza y originalidad, porque siempre puede aparecer un lobo por el bosque en forma de comentarios.