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Este año es conocido culturalmente como l’any Perucho. El día 7 de noviembre tenía que celebrarse el acto central del año Perucho, pero debido a la actual situación sanitaria, derivada de la covid-19, se celebró sin público y fue retransmitido por internet. El acto está publicado en el canal Youtube de la Institució de les Lletres Catalanes. Contaba con la representación de «El romanç de les històries naturals» de Carles Belda. Perucho nació en Barcelona precisamente el día 7 de noviembre de 1920. Fue poeta, novelista, articulista y crítico de arte. Escribió en catalán y castellano; sus «Històries Naturals» están traducidas a más de veinte idiomas, pero escribió más de cincuenta libros con los que se constituyó en un gran autor del género fantástico. Ejercía, además, el oficio de juez, era Premio Nacional de Literatura, entre otros muchos premios y doctor Honoris Causa por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona.

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Además era un hombre entrañable, un amigo generoso, un bon vivant, irónico, erudito, bibliófilo, coleccionista de pintura -experto en pintura-, certero crítico de arte... Un prodigio de la naturaleza. Uno no puede citar su nombre sin esbozar una sonrisa, deseando volver a acogerse a su gran corazón, a su visión irónica de la vida, a sus festines sibaritas, a la fantasía tétrica de sus «no muertos» y de los fiambres que tenía que levantar para ejercer su oficio de juez y que le atormentaban en sus noches de insomnio. Una vez accedió a presentar uno de mis libros y se avino a hospedarse en mi casa; se levantó de noche y recorrió habitaciones y pasillos, contemplando cuadros y dando rienda suelta a su imaginación. Sus pisadas contenidas tenían la contundencia de lo desconocido y mi madre me dijo al día siguiente que se había pasado la noche deambulando como «un duende» Sé que aprovechaba esas noches en blanco para escribir, para crear mundos fantásticos de una originalidad envidiable. Sin merecerlo, conté siempre con su favor; decía que éramos escritores de la misma cuerda y yo ya he dicho que era sumamente generoso. Me contó que durante veinte años solo le liquidaban un ejemplar anual de sus «Històries naturals» hasta que llegó la era de Acuario, cambió el gusto, vino David Rosenthal y se las publicó en inglés en Norteamérica... Es una lástima que incluso en las artes y las letras estemos a merced de las modas, que cerremos los ojos ante grandes hombres como este y que lleguemos a despreciarnos por el hecho de expresarnos en una u otra lengua.