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Venga, ánimo queridos lectores, ya queda menos de un mes para que se acabe el año. Y ya sabemos todos que con el año nuevo la cosa mejorará un huevo, y pasaremos de la pesadilla sin fin en la que vivimos ahora a unos mundos con ríos de leche y miel donde los unicornios galoparán libres, mi Atlético de Madrid ganará la Liga, la extrema derecha cerrará su bocaza de odio y destrucción y abrazará la razón, Ana Rosa devolverá su antena de oro por principios, el reggaetón desaparecerá de la faz de la Tierra, los negacionistas se matricularán para acabar la ESO, Twitter será una red social de amor y amistad, Amazon se arruinará porque todos compraremos en los comercios locales. Menorca tendrá la mejor conexión aérea de todo el planeta, la canción «Resistiré» desaparecerá de todas las listas de reproducción, todos los influencers se volatizarán por arte de magia, el rey devolverá todo lo que no es suyo y entregará su corona a una ONG para que la venda y monte un comedor social… Vale, me he pasado, todo es una absurda fantasía, bueno, todo no, lo de que el Atleti va a ganar la Liga es un hecho irrefutable.

Pero no se vengan abajo, puede que el 2021 nos traiga cosas buenas o no, pero lo que sí que anima de verdad es comprobar todas las cosas positivas que nos está dejando este 2020. Piensen por ejemplo en cómo nos hemos librado de una vez por todas de la dichosa halitosis. El uso de mascarilla y el distanciamiento social han hecho que ya no tengamos que aguantar al charlas que nos comía la oreja mientras de su boca emanaban efluvios pestilentes. Además ha sido el año donde también nos hemos ahorrado la visita de los testigos de Jehová, y demás vendedores de la palabra de su dios aporreando nuestra puerta para prometernos la salvación eterna, cómo si dios no estuviera liado en otras cosas, soltar las siete plagas por ejemplo.

Otra cosa que tenemos que agradecer a este 2020 es que no tendremos que aguantar los chistes malos del jefe en las cenas de empresa, es un alivio librarnos de las bromas pesadas del compañero machista, y de la resaca insoportable de chupitos de sobremesa que enaltecían la amistad con personajes que si no fuera por el sueldo los iba a aguantar su padre y que nos producían unas resacas insoportables para las que no había suficiente Iboprufeno. Por no mencionar que también nos salvamos de las cenas navideñas donde los temas nivel cuñado salían con la segunda botella de vino y todo el mundo dejaba de escuchar al resto porque nos creemos que nadie tiene cosas más interesantes que decir que nosotros mismos. Aquí soy muy empático y también sé que mis cuñados agradecen librarse de las charlas de un articulista miope que se pone muy pesado cuando le sube el azúcar de los polvorones.

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También nos ha servido este año para aprender que el papel higiénico no se acaba por más cagados que estemos. Que queda muy guay cuando opinas sobre un plato meter la palabra “textura” aunque no sepamos ni freír un huevo. Y por qué no decirlo, también ha sido el año donde han disminuido los atascos, donde se ha acabado con los insultos racistas en el fútbol, donde no hemos tenido que consumir botellitas de agua a cinco euros en los aeropuertos, donde no hemos tenido que lamentar ningún accidente en las fiestas de pueblo, y un largo etcétera que no me cabe en el artículo.

Claro que sí, no me sean susceptibles, la pandemia está siendo bien jodida, pero para ver listas de malas noticias ya tienen el resto del periódico. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com