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El Gobierno, en lugar de reasumir el control y la coordinación para actuar con contundencia contra una pandemia que no entiende de autonomías ni de espacios regionales, deja en manos de cada comunidad la aprobación y aplicación de las medidas que considere más apropiadas.

Ante el preocupante repunte de casos -que en Balears se concentra en Mallorca y, en menor medida, en Menorca- el ministro Salvador Illa se lava las manos y afirma que cada comunidad autónoma tiene vía libre para «limitar» la movilidad y los viajes durante las fiestas. O sea decidir los comensales y el toque de queda. Lo dice el ministro filósofo que, muy a su pesar, se vio obligado a explicar en qué consiste el concepto «allegado» para decidir los que pueden acudir al almuerzo de Navidad o Fin de Año.

Y mientras el virus sigue circulando e infectando, el Govern propone la novedosa 'fórmula Patricia Gómez': «si quieres pasar las fiestas con la familia, puedes venir, pero mejor si no lo haces». La consellera pide no viajar «como se haría en un año ordinario». Al mismo tiempo, en el archipiélago atlántico, el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, restringe la entrada y salida de Tenerife: a partir del sábado nadie podrá salir o entrar de esta Isla sin una causa plenamente justificada.

El cierre de Tenerife durará dos semanas y solo se permitirá la entrada y salida en casos excepcionales. Además, se adelanta el toque de queda a las 22.00 horas. Sobre la mesa del gobierno canario estuvo el confinamiento, que se descartó de momento, aunque según la evolución de la pandemia se acabará aplicando. Aquí, en Balears, cuando los bares y restaurantes bajan la persiana, los viajes de los residentes siguen permitidos con PCR gratuitos en origen. Pero la saturación de los laboratorios dificulta las pruebas. Después de lo que ha ocurrido con el puente de la Constitución, ¿qué sucederá en estas Islas después de la Navidad?