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Se recordarán ustedes que en un artículo anterior, creo que fue al principio de empezar a familiarizarnos con el nombre de coronavirus, que más tarde rebautizaríamos como covid-19, vaticinaba que lo más probable sería que éste mutase, y que ojalá no fuese con una cepa más contaminante, más volátil, y sobre todo, que esas mutaciones no fueran con cepas más letales. Afortunadamente parece que más letal no va a ser la nueva cepa del covid, pero, según los expertos, los que dicen saber de estas cosas, sí va a ser un 70 por ciento más contaminante, lo que en roman paladino viene a significar que es más letal, debido a su altísima capacidad de contagio.

La nueva cepa ha infectado en principio el sur de Londres y en 24 horas prácticamente a todo el Reino Unido, habiendo ya algunos casos en Dinamarca, Italia, Países Bajos, algún país Báltico y Gibraltar.

Sin ponerme de oráculo del todo a cien, me atrevo a diagnosticar, que antes de Reyes, la nueva cepa estará ya en España. El pronóstico no es gratuito, si no fruto de una situación que así me lo hace temer, ya que de los 26 países que pertenecen al espacio Schengen, 22 pertenecen a la UE, por donde circulan intereses comerciales y culturales comunes, que no se pueden bloquear del todo. No obstante, por reflejar un poco la situación, me referiré al cierre de fronteras entre España y el Reino Unido, posiblemente no se pueda hacer mejor, pero en cuanto a un virus más contaminante, tampoco se puede hacer peor, ya que los españoles que residen en Inglaterra podrán viajar a España al igual que los ingleses residentes.

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Ayer, 21 de diciembre, más de un centenar de vuelos aterrizaron en aeropuertos españoles, a 200 pasajeros por avión serían 20.000 y aunque bajemos el guarismo de estas matemáticas a 100 pasajeros por avión, tampoco serían pocos porque serían 10.000, más que suficiente para incluir entre ellos algún contaminado, a pesar de las pruebas de salvaguarda realizadas. Conviene decir que España ha tardado un día en sumarse a la suspensión de tráfico aéreo, pero es que además, cerrar el tráfico entre España y el Reino Unido, permitiendo como es lógico el regreso de españoles y residentes, viene a ser como dejar la puerta más abierta que entornada, pues no se puede creer que los españoles por el hecho de serlo más los residentes, no puedan ser parte de agentes transmisores. Las pruebas PCR no son por eso tampoco de una seguridad absoluta. Otro dato alarmante, y este hay que poner en el debe de las autoridades inglesas, resulta que hasta ayer día 21, no era obligatorio llevar mascarilla. Ahora parece que este tema se ha hecho igualitario, aunque como dicen algunos que de allí han llegado, mucha gente va por la calle sin ella, a pesar de que el domingo día 20, confirmaron 36.000 nuevos casos de contaminados y 326 fallecidos en 24 horas; pues ni aun con estos datos que son en aquellas islas records históricos, se le ha puesto más restricciones.

Recuerdo que hace cosa de un mes, los que hablan por televisión sobre la covid 19, refiriéndose a las fechas de Navidad y las normas que se iban a tomar, hubo, quizá por dar ánimos, quien afirmó que sería posible estar bastante por debajo de los 100 casos por 100.000 habitantes en la mayoría de Autonomías. Pobre de aquel que se atreva a pronosticar datos sobre una pandemia de la que desconocemos casi todo.

Hablando de pobres, a Boris Johnson se le está amontonando el trabajo, si tenía poco el hombre con lo del 'brexit', ahora tiene miles de camiones (6.000) bloqueados en el Canal de la Mancha, que son los que abastecen los mercados ingleses, con más urgencias en estas fechas donde la gastronomía ordena y manda. Por si todo fuera poco, va en mala hora y se encuentra de hoz y coz con esta nueva cepa del coronavirus de la que aún sabemos menos que de su pariente la covid-19. Las fronteras cerradas, el personal cabreado y él con esos pelos.