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Existe un refrán curioso que dice: «A la vejez, cuernos de pez». No sé ahora mismo cuántos peces tendrán cuernos, pero resulta que antiguamente los viejos solían untarse con pez los pocos mechones de pelo que les quedaban, para disimular la falta de pelo. No se refiere, pues, el refrán a los peces, sino a la sustancia resinosa que se obtiene de la trementina y que también se llama brea. De esto se deduce que, entre otros achaques, los viejos suelen tener poco pelo, y además lo suelen tener blanco. Esto puede obviarse, desde luego, con una buena peluca o un buen tinte; pero me he fijado que los viejos que tienen pelo no suelen teñirse las canas, y que cada vez hay menos mujeres que lo hacen. No sé si esto es un signo del envejecimiento de la población. Puesto que hay tantos hombres y mujeres viejos, la juventud ya no está tan de moda. Claro que esta puede ser una suposición falsa, ya que no veo viejas que anuncien muchos productos; más bien las anunciantes suelen ser escandalosamente jóvenes. Luego, pienso, la vejez no vende, por muchos viejos que haya en el mundo. No sé en el mundo, pero en España dicen que hay casi nueve millones de viejos, entre hombres y mujeres. Podría ser más amable y escribir «nueve millones de personas de la tercera edad», pero no quiero usar eufemismos.

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Pero, ¿qué significa ser viejo? A lo mejor –a lo peor— significa sentirse solo a consecuencia de la jubilación, la marcha de los hijos, la pérdida de facultades físicas y mentales, la viudedad, la falta de hobbies, la abundancia de tiempo libre… La soledad. Gabriel García Márquez, el autor de Cien años de soledad, dijo que «el secreto de una buena vejez es un pacto honrado con la soledad». En efecto, el profesor alemán Georg Christoph Lichtenberg dijo por su parte que «nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente que nos hacemos viejos». Lo cierto es que nunca seremos tan jóvenes como ahora mismo, o como dijo Michael Caine el otro día, considerando la alternativa hay que sentirse estupendamente a pesar de ser viejo. Dicen que la familia es el principal soporte de los ancianos, y que es muy importante ejercer bien de abuelos. Tener amistades, conversar con ellas, compartir actividades, fomentar las relaciones de vecindad es también decisivo para combatir la soledad. No olvidemos la lectura y toda actividad que suponga ejercitar el cerebro. No sé si Trump usará mucho el suyo, pero no se me ocurriría llamarle viejo ni a él ni a Joe Biden.