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Estamos habituados a que las formaciones más a la izquierda que gobiernan en la mayoría de las instituciones insulares hagan equilibrios torticeros, en ocasiones, para obviar el idioma castellano en sus publicaciones. Esa omisión, normalmente voluntaria aunque la disfracen aludiendo a errores, olvidos o cualquier excusa de lo más dudosa, enerva a los partidos de la derecha que montan en cólera cuando ven que el otro idioma oficial de la comunidad ha desaparecido con absoluto desprecio a los castellanoparlantes, o simplemente a los menorquines que optan por un idioma en lugar del otro y no les dejan margen de elección.

Y en esas estamos cuando aparece el alcalde de Alaior y utiliza el mismo descaro con el que a veces han actuado los equipos de gobierno de otros municipios menorquines.

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José Luis Benejam y su grupo no solo han retorcido el reglamento municipal al obviar el catalán de los cinco carteles promocionales que han distribuido en las entradas del pueblo, sino que directamente lo han incumplido, provocando el rechazo previsible pero justificado del partido de la oposición, Junts Per Lô.

La diferencia en este caso es que el alcalde ha tenido la gallardía de no esgrimir razones peregrinas, ni excusas poco consistentes sino que ha asumido la decisión por la finalidad intrínseca de la misma. Los reglamentos municipales están para cumplirlos, por supuesto, pero el alcalde apela a una razón mayor que descansa en la reactivación del comercio y la restauración locales. Son carteles, dice, dirigidos al turismo y tiene la osadía de admitir que al de Cuenca, andaluz o vasco que visite Menorca este verano le será más sencillo captar el mensaje-llamada en castellano para que entre en Alaior, que en catalán, idioma del que probablemente, poco o nada sabe para la semana que va a pasar a la isla.

El argumento tiene peso -que se lo pregunten a los comerciantes locales- pero con la sensibilidad a flor de piel, y el espacio que corresponde a ambas lenguas, junto a la inglesa, bastaban unos centímetros más para incluir los tres idiomas, y todos contentos.