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Jugar sin darle el juguete hecho, sin formas sexuadas, ni colores dirigidos es el concepto que siempre trabaja Cas Holman. Una diseñadora de juguetes americana, un descubrimiento para mí a través de la plataforma Netflix, con el programa «Abstract: The Art of Design» titulado «Cas Holman: Design for Play», que se centra en sus filosofías de diseño.

Esta mujer es conocida por diseñar juguetes que enfatizan la creatividad a través del juego no estructurado. Sacó hace unos años una línea de juegos colaborativos Rigamajig, que se originó como una característica de juego personalizada para High Line Park en 2011, se ha incluido en escuelas y áreas de juego de museos a nivel internacional.

Este juego en concreto Rigamajig si vas a su página web oficial está en gran parte de América del Norte, Islandia, Alemania, China, y dos o tres sitios más, y en España ni uno. Ni siquiera en un museo. Comprar este juguete a título personal no está al alcance de todos. Tienes que comprarlo a través de su página, en dólares, y el transporte. Pero a parte de este dato, lo que me gustó, y sale en el documental es que Cas Holman -lo que son las sinergias- llega a contactar con Cheng Xuequin, la creadora de AnjiPlay. Y ambas trabajan en una misma línea para que los niños, y niñas tengan un desarrollo creativo, independiente, y estén seguros mediante el juego.

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Me detengo en Cheng Xuequin, me llamó la atención que destinan dos horas al día en la escuela para jugar. Y los juguetes son escaleras, tubos de hormigón, tacos de madera... y ellos mismos organizados por grupos se ayudan entre ellos para crear algo con lo que jugar.

Y es que este modelo educativo llamado AnjiPlay, es el plan de estudios para la primera infancia reconocido internacionalmente. En la actualidad, AnjiPlay es el modelo educativo de 130 jardines de infancia públicos en el condado de Anji, China, que atiende a más de 14.000 niños de 3 a 6 años. A través de prácticas sofisticadas, entornos específicos del sitio, materiales únicos y tecnología integrada, AnjiPlay se está estableciendo rápidamente como un nuevo estándar para la educación de la primera infancia.

Cerraría con unas palabras de su creadora que define muy bien su concepto: «En la infancia tenemos un impulso innato de comprender el mundo, a nosotros mismos y a los demás. Nuestros cerebros están preparados para resolver y comprender los nuevos problemas, relaciones y cualidades que encontramos en nuestra experiencia, a través del ‘juego verdadero’, el juego que se autodetermina en un ambiente de amor, es en realidad la forma más profunda y natural de aprendizaje. Nada podría ser más importante para la vida de los niños que la alegría, la libertad y el crecimiento que caracteriza a este tipo de juego».