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12-III-21 Viernes

Dennis Harvey, crítico de la revista «Variety», tuvo la ocurrencia de escribir que la elección de la actriz Carey Mulligan para una determinada película era extraña porque no encajaba del todo en las múltiples capas de la femme fatale, protagonista femenina de la película, una especie de comedia negra sobre una mujer cuya doble vida la lleva una vez a la semana a emborracharse en un club nocturno esperando que un hombre intente sacar provecho de su estado etílico.

Según la revista «ICON», aunque la crítica llevaba un año publicada, el problema ha surgido ahora, cuando Mulligan confesó su disgusto con un texto que considera ofensivo y sexista: «Básicamente lo que quiere decir es que no estoy lo suficientemente buena», afirmó la actriz. Lo dejaría aquí si no fuera por la reacción de la revista «Variety» que publicó el texto, sí, pero precedido de una entradilla en la que se pedía disculpas a la actriz y lamentaba «el lenguaje insensible y la insinuación que minimizó su valiente interpretación»…, una impúdica bajada de pantalones de la revista, un ejemplo preclaro del inquietante proceso que estamos viviendo y que se conoce como «cultura de la cancelación», una forma sutil de censura a la que se aplican con denuedo las redes sociales entre otros agentes culturales.

Esa mal llamada «cultura» es la última moda o tendencia social e ideológica importada de EE UU. Bajo la aparente «buena intención» de promover el respeto a la diversidad y cuestionar los discursos dominantes, se han producido excesos y auténticos atropellos que han afectado fundamentalmente a obras de ficción, donde cierta incorrección es no solo inevitable sino necesaria para todo relato que se precie. De alguna manera vuelven las listas negras y, como además las redes sociales dan la palabra a muchos analfabetos es más que probable que la ñoñería y la insustancialidad se adueñen del panorama cultural. Estamos rodeados.

13-III-21 Sábado

No sé si se han dado cuenta de que mi speach de ayer era claramente una estrategia de fuga para no tener que hablar del deleznable espectáculo de la política en nuestro país, al que solo le faltaba otro «tamayazo», ahora en Murcia, para rizar el rizo del esperpento iniciado presuntamente por los fontaneros de la Moncloa para cuartear a la oposición y que ha acabado convirtiéndose en un tiro en el propio pie.

Solo se me ocurre un comentario marginal a tanta impostura: Si lo de Catalunya es un nacionalismo excluyente, un supremacismo étnico-cultural y una deslealtad insolidaria, como lo parece la propuesta de la señora Laura Borrás, flamante presidenta del Parlament, ¿cómo calificar el discurso de la señora Ayuso?: ¿sano regionalismo?, ¿solidaridad tributaria a la baja?, ¿saludable casticismo de toda la vida?... ¿O estamos ante un nuevo y chulapón procés? La diferencia es que el de la señora Ayuso, al contrario del de la señora Borrás, tiene toda la pinta de llegar a buen puerto y en loor de multitud… Hacia un gobierno de derecha castiza.

14-III-21 Domingo

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Amargo desayuno con la noticia de «Es Diari» de un trágico accidente de carretera en Mahón. Todo lo demás palidece. Dos jóvenes llenos de vida, un embarazo casi a término, truncada toda una expectativa de felicidad. Impotencia, rabia, solidaridad con la familia damnificada… Justicia (los linchamientos mediáticos sobran).

15-III-21 Lunes

Fango político, guirigay en las emisoras matutinas, desazón social por el terrible accidente. El circo continúa ahora en forma de efecto dominó: se despide del Gobierno Pablo Iglesias, con lo cual el presidente del Gobierno y otros muchos, volveremos a conciliar el sueño. No hay mal que por bien no venga.

16-III-21 Martes

Acudo a un intelectual reconocido para que me reconforte: Yuval Harari, autor de «Sapiens», en «La Vanguardia»: «Muchas personas creen que el terrible precio que se ha cobrado el coronavirus pone de manifiesto la indefensión de la humanidad frente al poder de la naturaleza. En realidad, 2020 ha demostrado que la humanidad dista mucho de estar indefensa. Las epidemias ya no son fuerzas incontrolables de la naturaleza, la ciencia las ha convertido en un reto manejable. Entonces, ¿por qué hemos visto tantas muertes y tanto sufrimiento? Por las malas decisiones políticas… Son los políticos quienes deben hallar un equilibrio entre las consideraciones médicas, económicas y sociales y, tras ello, elaborar unas políticas integrales… Una de las razones de la diferencia entre el éxito científico y el fracaso político es que los científicos han cooperado a nivel mundial mientras los políticos han tendido a pelear entre sí».

Un razonamiento impecable el de Harari, pero que me deja peor que antes.

18-III-21 Jueves

«Las Islas exigen desde hoy que los viajeros lleguen con una PCR negativa».

La noticia de «Es Diari» es tranquilizadora: cuando bajan los casos, hay que hacer más pruebas, no menos. Congratulations para todos.