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La idea de crear unos bonos turísticos que estimulen los viajes entre las islas se venía comentando desde hace meses. Parecer ser que ya existía antes de la pandemia, según expuso la presidenta del Govern en la presentación del plan de reactivación turística, pero ahora se pone en marcha. Ya tocaba. Porque en octubre del año pasado, cuando se comprobó que la temporada nos pasó de largo, se anunció que agencias, hoteleros y Ejecutivo balear impulsarían ese bono para residentes, y unos pocos días después, la iniciativa se aplazaba con el argumento de que la situación sanitaria no era la más adecuada y había pocos hoteles abiertos.

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Sin embargo Andalucía y Comunidad Valenciana ya tenían, por poner dos ejemplos, esos incentivos en marcha, también en medio de una pandemia. Tras la reapertura de las provincias en la comunidad andaluza ese bono se ha reanudado con ayudas de hasta 500 euros.

En las Islas el tope por persona empadronada será de cien euros, y sin cupos por islas, me temo que habrá que ir al asalto o aquí nos quedaremos sin nada, pero en fin, bienvenidos sean. Es un pequeño impulso para el turismo local, un cable para las agencias, terriblemente perjudicadas por el parón ocasionado por la crisis sanitaria, y para toda la oferta complementaria. Más vale tarde que nunca, aunque la ayuda se queda en una cantidad inferior a la de otras regiones, y la utilización de estos bonos se limita a fechas concretas, rellenando los huecos que puedan dejar los turistas extranjeros o nacionales, los residentes a la cola. Pero la medida en general es positiva, no vale aquí quejarse de por qué no se recibe el bono directamente para luego reservar en internet, se trata de que nuestro dinero –porque no es un regalo, son fondos públicos–, redunde en beneficio de la economía local. Pero como de estos bonos turísticos ya se han manejado distintas versiones, hasta que el boletín no los convierta en realidad oficial, será mejor no hacer castillos en el aire.