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7-V-21 Viernes

Mientras correteo por el jardín con Ringo y Flash, voy escuchando diversas emisoras para hacerme una idea lo más cabal posible de la rabiosa actualidad. Normalmente, el mal fario de las noticias y mi trote cada vez más viejuno me dejan cariacontecido, entre el drama pandémico que no cesa, los insolidarios movimientos antivacunas, la escasa talla del debate político, sustituido por eslóganes, insultos y ocurrencias… Mi mujer me aconseja que me ponga música, pero soy incapaz. Llevo cincuenta años despertando con las noticias, y caigo un día tras otro en la tentación.

Hoy, sin embargo, me doy cuenta de que me retiro sonriente a la ducha tras escuchar a la triunfadora Ayuso interesándose y hablando con cariño del derrotado Gabilondo a quien ha visitado (¿lo hicieron los suyos?) en el hospital donde ha estado ingresado por una arritmia. Es la segunda versión de la triunfadora Ayuso que comentaba en el anterior dietario y que me hace esbozar una sonrisa amable: ¿Será posible que tras haberse escalado la cima de la infamia en la última campaña electoral, se cambie de rumbo, o por lo menos de talante? La buena relación personal, por encima de banderías, es la primera piedra de una razonable interacción política (lo dijo en su tiempo Vaclav Havel y lo reitera Obama en su autobiografía)…

Otra semilla plantaba ayer Iñigo Errejón en una magnífica entrevista en «La Ser», con argumentaciones llenas de interés y espíritu constructivo de una izquierda posibilista, sin atisbos de esa cargante superioridad moral y aspereza que exhibía Iglesias, y que, en versión de su compañera de partido, Mónica García, hizo la mejor campaña, sin burdas apelaciones al fascismo sino hablando de sanidad y educación públicas, de gestión pandémica…. ¿Ha nacido una nueva izquierda más atenta a lo que necesita la gente que a lo que necesita El Partido?

8-V-21 Sábado

Paseando por el puerto en el primer fin de semana genuinamente primaveral, y mientras se inaugura el nuevo ascensor, reflexiono sobre cuestiones de actualidad: ¿Por qué Barcelona y Madrid son agua y aceite, o mejor, caña y ratafía? ¿Se ha visto en algunas elecciones de cualquier país democrático un comportamiento tan desigual como ofrecen Madrid y Cataluña? ¿Por qué en Barcelona el PP no rasca bola y en Madrid, arrasa?...

Al volver a casa, acudo a un intelectual de confianza, Ignacio Sánchez-Cuenca quien hace unos días escribía en «La Vanguardia» un artículo titulado «Madrid es España dentro de España», en el que se preguntaba de dónde procede la fortaleza de la derecha madrileña y halla una respuesta: «Lo que distingue a Madrid de Balears o Valencia es la fuerza del nacionalismo español, suave en tiempos de la Transición pero más agresivo en este nuevo siglo, basado en una fuerte afirmación orgullosa de la nación española como única nación del Estado». En la actualidad, añade Sánchez-Cuenca, cuanto más españolismo hay en un territorio, mayor es la implantación política de la derecha...

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…Y también del Real Madrid, añado de mi propia cosecha, idea que no comparten amigos madrileños/madridistas de izquierdas, así como otros, catalanes del Real Madrid, que de todo hay, lo que nos proporciona jugosas tertulias veraniegas.

9-V-21 Domingo

Aunque falta un trecho para la llegada del cuarenta de mayo, día señalado para que los timoratos nos quitemos el sayo y nos aventuremos a mojarnos los pies, empiezo a preocuparme por las noticias que me llegan de un mar, el Nostrum, infestado de medusas. Después de un verano tan rarito como el último, la verdad es que ya estaba haciendo planes para adelantar la fecha totémica. ¿Será posible que después de todo lo pasado este año, vayamos a tener que cohabitar con esos viscosos y urticantes hijos del mar? ¿Qué habremos hecho para merecer eso?

10-V-21 Lunes

Preocupación extrema por las imágenes del fin del estado de alarma que transmiten las televisiones, más parecidas a las de una nochevieja en sesión continua que a las de un país aún en claro peligro pandémico. Puedo comprender en parte la ansiedad de los jóvenes por recuperar su agitada agenda de ocio, pero no semejante desmadre en las calles, cuyas primeras consecuencias se pudieron comprobar en los hospitales madrileños, desbordados este fin de semana no solo por el persistente virus sino por una epidemia de comas etílicos (puedo imaginarme la cara de los sanitarios que los reciben). ¿Alguien puede extrañarse de que viendo las imágenes del cotillón de las calles los ingleses nos pongan en la lista negra de países poco seguros? Ah! Y, según escucho por ahí, la culpa del actual despiporre callejero también la tiene Gobierno... Piove, porco governo.

12-V-21 Miércoles

Por fin un brote verde sin interrogantes dubitativos: «Bruselas eleva la previsión del PIB de España, que será el país que más crecerá en la Unión Europea en 2021 y 2022».

A pesar del Gobierno, se supone.