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Lo «bailao» no nos lo pueden quitar. Así que Carpe diem porque Tempus fugit. La gente no es fascista ni comunista: es lista. No quiere que la manipulen ni que la clasifiquen o ninguneen. Ni comulgar con ruedas de molino. Quiere que la dejen trabajar y vivir sin demasiadas interferencias ideológicas, que no son más que un corsé para el pensamiento.

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Miquel Ángel Furones, publicista que habló en el Foro de la Illa del Rei 2013, recientemente fallecido a causa de la covid, propuso mezclar la Edad del Bronce con la Edad del Bronceado. Ser amantes del pasado para mejor vivir el presente. Un spot publicitario puede ser ocurrente, aunque luego no ocurra. Vivimos en una isla con palmeras pero no somos náufragos. Nada es como antes, decimos, pero el ‘ahora’ será elantes’ de los que vendrán. Y ya nada será como ahora. La escasez de oxígeno, de agua, de tierra… provoca la lucha por la supervivencia. La escasez de tiempo provoca estrés. Nadar en la abundancia cansa tanto como pescar en río revuelto. Actividades agotadoras. Por eso, más de uno busca la tranquilidad y la paz e intenta pasar desapercibido. Leer, pasear, conversar, rezar o meditar. Nadar contracorriente también cuesta.

A lo que aspiraba el sabio, Fray Luis de León, en su «Oda a la vida retirada» (beatus ille): «Un no rompido sueño, un día puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceño vanamente severo de a quien la sangre ensalza o el dinero». Como decíamos ayer...