TW

Del mismo modo que aquí abajo hay vida inteligente, estoy convencido de que la hay allí arriba. Tanto aquí como allí hay seres sorprendentemente listos que prefieren pasar desapercibidos para que no se les acose. Les pasa como al mejor alumno en el colegio que, en vista de los matones y los malotes, prefiere pasar desapercibido. Ser listo o inteligente puede conllevar una gran responsabilidad.

Hace tropecientos miles de años nosotros, como especie, dejábamos mucho que desear. Estábamos de camino a lo que somos, pero tremendamente lejos de lo que podamos llegar a ser. De hecho, seguimos estando lejos. Pero podemos controlar la tostadora con el teléfono móvil. Ojo. Existe un número importante de seres humanos que viven con la terrible sensación de que el planeta se les queda pequeño y que deben saltar al espacio para encontrar algo que pulula por allí fuera y que, cuentan, es una pasada. A mí, como no soy tan listo, me basta con encontrar un hueco a la semana para ir a correr, cuidar de mi huerto o tomar una caña sin preocupaciones. Regalarme un rato para mí sin tenerlo que compartir con nadie más. No digo que la humanidad no tenga la necesidad de mirar hacia allí fuera pero sí que tengo claro que a mí poco me interesa. Ni soy tan listo, ni lo pretendo aparentar. A veces veo lo que tengo alrededor y me cuesta entender cómo he llegado dónde estoy.

Noticias relacionadas

La verdad es que intentar contestar con argumentos y, sobre todo, evidencias a la pregunta de si hay vida inteligente allá arriba, es una de las aspiraciones de nuestra raza que se harta de hacer películas en la que nos venden a los extraterrestres como seres increíbles que nos llevan mucha ventaja en lo tecnológico, que nos acorralan pero que no tienen nada que hacer ante Will Smith.

¿Te imaginas que lo mismo que hacemos nosotros aquí lo hagan en otros planetas? Me refiero a que nos pinten como una raza supersónica, increíble e imparable, que cuenta con una tecnología suprema e invencible que nos hace todopoderosos. ¿Has visto Independence Day? La buena, digo. La de 1996. Pues imagínate que en ese otro universo los humanos somos los malos, los seres telekinéticos con armas de destrucción masiva, naves especiales y trajes protectores que nos hacen prácticamente invencibles. Si finalmente desembarcan en el planeta, menuda decepción se van a llevar. Llevamos un año peleando contra un virus que, cuentan, parece que nosotros mismos hemos inventado. Nos estamos cargando nuestro planeta con plásticos, nos matamos y rematamos entre nosotros mismos. Quizás antes de preocuparnos por encontrar la vida inteligente allá arriba, deberíamos hacer un mayor esfuerzo para encontrarla aquí abajo. Quizás todo nos iría mejor. O menos mal, con lo que ya me conformaría.