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¿Cómo están queridos lectores? Espero que la cosa progrese favorablemente para cada uno de ustedes. Por mi parte confesarles de entrada y sin demoras que se encuentran ante un articulista con las ideas muy claras, con unas convicciones a prueba de bomba, con unos argumentos nítidos e irrefutable, no tengo mácula en mi carrera vital e ideológica, les pongo un ejemplo después del punto y seguido. Dije que nunca tendría hijos, que el planeta estaba ya muy saturado, que nunca dejaría mi carga genética, que no es nada buena, en otro ser humano, que la Humanidad se va al carajo sin remedio y por lo tanto yo me negaba a dejar descendencia en un mundo cada vez más irrespirable, pues bien… tengo tres hijos. Ya ven la fuerte personalidad que tengo.

No les voy a negar que con el tiempo les he cogido cariño, el mayor tiene ya veintitrés añazos, pero no les voy a vender ahora la moto de que el instinto de paternidad lo llevaba encima de forma innata. Así que ya ven, me he convertido en una familia numerosa al uso. Y soy un rara avis porque la natalidad se ha vuelto a hundir en nuestro país y no me extraña. En 2019 nacieron 360.617 niños, 12.160 menos que en 2018, y ya veníamos de cifras ridículas desde la crisis-estafa económica del 2008. Mucho meme hubo durante el confinamiento más duro, allá por marzo del 2020, sobre que las parejas metidas en casas se entregaría al noble arte de la amatoria y eso traería consigo un nuevo baby boom. Pues nada más lejos, ok bommer, la natalidad ha caído otro 20,6 por ciento más, y yo creo que no le debe sorprender absolutamente a nadie.

Tener un hijo hoy en día es un acto heroico. Muchos millones de conciudadanos lo están pasando de pena, veamos: sin curro, o con curros de sueldo miserable, con un precio de la vivienda donde se alquilan hasta balcones a 800 euros, con unos servicios públicos golpeados por la pandemia y por los años de recorte de esos que gritan ¡libertad!, mientras robaban a manos llenas. Con un planeta cada vez más enfermito, donde su aire mata, en torno a 44.160 personas mueren al año en España debido a la contaminación (datos de la Universidad de Harvard, la de verdad, no la otra donde regalan títulos a los que quieren presidir un país), y sus aguas son cada vez más tóxicas, los ríos del país están llenitos de plaguicidas, vertidos industriales muy contaminantes, y porque no decirlo, de altas dosis de cocaína, como si varios cargamentos de Escobar hubieran naufragado en nuestras aguas fluviales.

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Quedan claro pues dos cosas, tener hijos hoy en día es de valientes, y mis dudas y contradicciones no tienen límite. Permítanme que por enésima vez le ceda palabra a los filósofos que explican mucho mejor que yo lo que les quiero trasmitir. En esta ocasión cito a Ortega y Gasset: «Aunque la mayoría de personas no van hacia ninguna parte, es un milagro encontrarse con una que reconozca estar perdida». Sí, lo sé, últimamente estoy muy pesadito citando a filósofos, pero que quieren, cada uno bebe donde mejor le sabe el agua, y yo encuentro en la filosofía, no tanto respuestas, como preguntas y reflexiones bien planteadas.

Terminando, si se produce el milagro de que nos encontremos varias personas que vamos perdidas, les propongo tomarnos unas cervezas bien fresquistas y perder el tiempo intercambiando nuestras dudas. Parecerá que no hacemos nada productivo, pero tal vez, y solo tal vez, eso sea mucho más útil que seguir tirando gasolina al fuego como hacen muchos otros. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com