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Degustaba una golosa pastilla de chocolate como epílogo de una comida liviana el lunes al mediodía cuando mis oídos guiaron a los ojos hacia la pantalla de plasma. Antena 3 abría el informativo que dirige y presenta Sandra Golpe, el de mayor cuota de pantalla en esa franja horaria, nombrando a Menorca en el primer titular de la jornada.

La Isla no era noticia por los efectos del paso de la tramontana o de una borrasca colosal sino por ser el único territorio español que alcanzaba la nueva normalidad. Era la consecuencia de sus buenos indicadores en relación a la pandemia. La conductora del informativo no se refería a Balears, sino exclusivamente a Menorca, es decir, una publicidad gratuita impagable para estimular al turismo nacional como destino idóneo por su atractivo natural, y una seguridad contrastada en relación al paso del virus.

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La noticia era rotundamente cierta aunque la Isla ya había ocupado esa privilegiada posición semanas atrás sin que hubiera trascendido a nivel nacional como lo hizo en esta ocasión.

Sumemos ese notable hecho diferencial a la lenta, pero constante recuperación de las libertades perdidas, esto es, poder estar en la vía pública hasta la hora que a uno le plazca, incluso salir a cenar con tiempo suficiente para tomar el postre antes de que cierre el restaurante. Son todas circunstancias positivas que nutren el espíritu y elevan el ánimo después del año y medio de oscuridad y pesadilla del que venimos.

El verano amaga a la vuelta de la esquina, el día se alarga, las terrazas rebosan, aún no han llegado los turistas, pero llegarán, esperemos. La gente sonríe, hay ganas, deseos de estar donde estábamos antes de marzo de 2020 pese a las decenas de personas que se han quedado en el camino. Hasta se habla ya de fiestas y ‘qualcada’. Bienvenido sea el regreso al pasado.