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«El País», miércoles 16, pág. 14, un titular a toda página dice: «Las maniobras del PP para tapar el caso Gürtel escandalizan al juez».

El juez de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón se escandalizaba o se asombraba de lo que escuchaba de labios de Manuel Morocho sobre el caso Kitchen. El testigo que durante casi tres horas fue desgranando lo que sabe sobre las presuntas corruptelas del PP en la trama Kitchen no es un testigo cualquiera,      pues se trata de Manuel Morocho, Inspector Jefe de la Policía Nacional, que a la sazón está al frente del caso Gürtel. El testigo le fue desgranando al juez las múltiples anomalías y presiones sufridas, intentando boicotear las averiguaciones que se iban haciendo sobre esa trama al margen de la honestidad, y sin duda, contemplada por el Derecho Penal. «Me deja usted un panorama desolador», llegó a decir con asombro el juez García-Castellón en el transcurso de lo que iba declarando Morocho.

La verdad es que sin tener que escandalizarse o salir haciendo aspavientos grandilocuentes, contemplar el grado de corrupción que salpica al PP, invita al que aún sienta afinidad política por el partido conservador, a pedirle a Pablo Casado que corte ya de una vez por lo sano, que piense si además de cambiar la sede del PP en Madrid, no sería hora de disolver el partido, refundirlo y librarse de una rémora de corrupción, que aunque él no haya tenido nada que ver, la formación que dirige actuó como mafiosa, y eso como, poco dada la gravedad de los medios que se intentaron para entorpecer o aún mejor, para apartar al Inspector Jefe de la Policía Nacional Sr. Morocho, en sus pesquisas de averiguar lo del caso Gürtel.

Cuando desde un gobierno se actúa de esa manera, ese gobierno se deslegitima para estar al frente de los problemas de un país. El partido que pretende sustituir al partido que está gobernando no puede hacerlo si viene rebozado en un albañal de una corruptela tras otra, mientras la ciudadanía se debate contra la mala situación de todo orden emanada tras una demoledora pandemia.

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Resulta particularmente lascivo para la honrada ciudadanía, escuchar como altos cargos del PP, en vez de facilitar su trabajo a las fuentes judiciales para esclarecer lo que pasaba en la Gürtel-Kitchen, lo que hacía era poner todos los impedimentos posibles, sin que al parecer les importase que con ese proceder se traspasaba la barda que separa lo correcto de lo perseguido por la ley, que ha de acabar algún día con algunos de aquellos corruptos en la cárcel, porque se ha llegado a un punto, en que ya no puede sustanciarse de otra manera lo que pasaba en la sede de Génova.

En la Audiencia Nacional se va acumulando una tras otra las maniobras realizadas por el PP para entorpecer la labor de investigación sobre el lodazal de la Gürtel, nada más y nada menos que desde 2009, con miembros de la policía de alto cargo que se pusieron a las órdenes del gobierno Rajoy.    Me pregunto qué palillo tocaba en aquel «sofrito» de corrupción el ex comisario jubilado José Manuel Villarejo. Viendo los personajes de aquel sainete, los martillazos a los ordenadores de Bárcenas me parecen de risa.

No quiero dejar de recordar que cuando se está ante un juez en calidad de testigo, este estará obligado a decir verdad so pena de infringir la ley, aunque para algunos eso les da igual, porque parecen intuir o incluso saber, que no les va a pasar nada. «El testigo que miente en un juicio comete un delito de falso testimonio que está castigado con pena de hasta tres años de prisión y multa. Esta conducta está incluida en el Código Penal dentro del Capítulo dedicado a los delitos contra la Administración de Justicia».   

Es de vergüenza ajena que pasen estas cosas y algunos de sus principales autores siguen campando por ahí, porque saben que la ley igual, lo que se dice igual, no es igual ni para algunos ni para algunas.