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No. No es secuestro. Ni lo era. Era –y debería seguir siendo- la consecuencia de vuestros actos. Sé que sois jóvenes, que queréis disfrutar al máximo de cada momento porque carpe diem y bla, bla, bla, pero la habéis liado y debéis apechugar porque pronto, mucho más pronto de lo que os pensáis, seréis adultos y el margen para meter la pata se reducirá considerablemente en cualquiera de los ámbitos en los que os mováis.

Enhorabuena, habéis superado las expectativas. Era difícil porque el 2020 y la parte que llevamos consumida del 2021 dejó el listón bastante alto pero el empeño, el sacrificio y el esfuerzo que quizás no le ponéis en otras facetas más importantes, los habéis invertido en desatar un follón que ni os lo imagináis, ni os lo querréis imaginar, ni os importa lo más mínimo imaginároslo.

¿Sabes qué me parece más triste? Ver de qué lado se ponen algunos padres, padros, madres y madros. Porque vuestros retoños se han equivocado y en lugar de que aprendan la lección habéis corrido raudos y veloces a socorrerlos en su malvada prisión de 4 estrellas y todo lujo de comodidades. Habéis confirmado que entre la generación del mañana hay un importante número de consentidos y egoístas que no van a servir para nada o para casi nada.

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Estoy enfadado y tú también deberías estarlo. Son críos, sí, pero si no escarmientan volverán a meter la pata antes de que acabe el verano con las consecuencias que todos nos imaginamos. Es como cuando esos mismos críos suspenden en el colegio y los padres se enfadan con el profesor por haberlos suspendido en lugar de encabronarse con sus hijos por no haber estudiado.

Al final lo que queda es el mensaje que se transmite. Y aunque flirteamos con el centenar de positivos al día en Menorca, si echas cuentas todavía no han pasado las dos semanas del despiporre en el Pla de Sant Joan. Habrá más, muchos más. Como oiga aquello tan ñoño de «buscar culpables no sirve de nada»… Primero, sí que sirve. Segundo, los tienes delante.

Lo que nos pasa es la consecuencia de lo que hacemos. El centenar de positivos que habrá hoy, mañana y pasado son, en realidad, culpa nuestra. Culpa de todos los que hemos dejado que las cosas hayan derivado hasta este punto, que ni hemos actuado a tiempo, ni le hemos puesto suficiente interés. Y me incluyo porque en algún momento me he mordido la lengua cuando tendría que haber dicho «esto no me parece bien». O, «menuda chorrada».