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¿Sabes? Hay gente que está más preocupada por el metano que sale por el ano de las vacas que por ‘la mierda’ que sueltan algunos por la boca. Como soy de letras no sé en qué medida afecta más una cosa u otra al calentamiento global, pero sí sé cuál de las dos demuestra más la tontuna humana. Que un ministro con más ínfulas de gran líder que de eficacia y eficiencia en su cargo nos suelte un discurso pegajoso y cursi sobre la importancia de no comer tanta carne para el bien del planeta me parece excesivamente populista.

Puede que no le falte su pizca de razón en cuanto a los pedos de las vacas y a todo el follón logístico y de recursos que envuelve a su cría y que acaba afectando el planeta, el problema es que aproveche su cargo –o carga- pública para soltarlo sin pensar en las consecuencias. Como ministro de Consumo, entre otros menesteres que demuestran su valía, quizás debería estar más preocupado en redactar un plan que ayude a lograr una producción de carne con un impacto menor que en apuntar con el dedo acusador a los que disfrutamos con un trozo de carne.

Sucede que cuando no te pueden conocer por tus éxitos, te tienen que conocer por tus barbaridades. Y eso es lo que motiva en muchas ocasiones a acciones similares a la del polémico vídeo protagonizado por Garzón. No cabe duda que ese vídeo tiene su público, y habrá quién lo aplauda y lo defienda, pero somos más a los que nos parece una metedura de pata. Otra más.

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Que cada uno coma lo que le apetezca, o lo que le pida el cuerpo, asumiendo las consecuencias correspondientes. Mejor si apostamos por una dieta equilibrada y variada, pero si nos apetece pimplarnos un chuletón poco hecho, de kilo y acompañarlo con unas patatas y para beber, un vaso de albóndigas, pues bien, el ataque de gota que nos dé será culpa nuestra y no tendrá nadie que asumir ningún cargo de conciencia.

Le agradezco al ministro su consejo, aunque le agradecería todavía más que aprovechase su puesto como responsable de Consumo para que mediara con el tema de la barbaridad de precio de luz que estamos pagando, más cara que en la época en la que él, como oposición, se quejaba de lo cara que estaba. Quizás si algo tan cotidiano y necesario como la luz no nos costara tanto el esfuerzo económico por alimentarse mejor no sería tan grande para muchas familias.

Pero bueno, es mejor encabronar -todavía más- a un sector que no pasa por su mejor momento, que encontrar una solución que beneficie a todos. Entonces, ¿qué contamina más, un pedo de vaca o una palabra de mierda?

dgelabertpetrus@gmail.com