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La sucesión de errores estratégicos y de aplicación permite sospechar, cuando no concluir, que el equipo de gobierno municipal de Maó tiene un serio problema en lo que a la reordenación del tráfico y a la movilidad se refiere.

La mayoría de las decisiones que han tomado desde que iniciara el mandato se han visto envueltas en la controversia porque no han generado satisfacción ni consenso. Cierto es que no se trata de una cuestión exclusiva de Maó, puesto que toda modificación despierta rechazo inicial, comprensión e incluso aprobación a medida que la gente se adapta al cambio.

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Sucedió el año pasado cuando el Consistorio cerró la circulación en el puerto y se vio obligado a rectificar apenas unos días después ante el clamor de particulares y restauradores de la zona tras haber señalizado y pintado todo el vial. El retroceso, que debía ser provisional, de momento se mantiene como está, con una dirección única desde la Costa d’en Reynés hasta Cala Figuera, farragoso y obligado destino final de todos los vehículos que acceden al Andén de Levante.

Hace más de un año, en mayo de 2020, se anunciaron cambios sustanciales para reordenar el tráfico en las calles de las Tanques del Carme de forma inminente. También entonces se colocaron nuevas señales que posteriormente se cubrieron con unas horribles bolsas de basura ante la respuesta vecinal. Cuatro meses más tarde el equipo de gobierno alcanzó un acuerdo con los residentes para «cambiar los cambios». Ahora, en pleno verano han comenzado a aplicarse parcialmente, estas modificaciones aprovechando el reasfaltado del Passeig Marítim. El desconcierto es inevitable.

Otro tanto sucede con el cierre al tráfico en la Esplanada y Ses Moreres. La peatonización ofrece un resultado estético fantástico y a la larga será bien recibida por todos dada la comodidad que supone para el paseo. Pero ni en uno ni en otro caso parece el mejor momento, ni siquiera el menos malo, para hacerlo. La planificación queda en entredicho.