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El ambiente está muy eléctrico queridos lectores, y ya saben que en cuanto hablamos de electricidad la cosa nos sale por un ojo de la cara. El calor, las aglomeraciones, y el descontrol del bicho no ayudan a ir por la vida silbando tranquilamente. Hay que ir con mucho cuidado porque la cosa está más tensa que las cuerdas vocales de un cantaor de jondo.

En este ambiente de alta tensión cualquier chispita la va a liar muy parda, y algunos ya se frotan las manos porque en la violencia y en el caos es donde ellos tienen todas las de ganar, prometiendo seguridad y recuperación de las ruinas, que ellos mismos han contribuido a crear. Van a por todas para alcanzar el poder que les permita a los suyos seguir haciendo negocio, pero lo envuelven todo en banderas, tradiciones rancias y apelando al orgullo del hombre blanco y hetero, al que le han creado enemigos fantasmas por todas partes. Ojito, no por previsibles dejan de ser peligrosos, y sé que es muy difícil combatirlos, se mueven de maravilla en el fango y nosotros estamos muy ocupados viendo la última de Netflix.

Y al hacer mención a esta gentuza me he acordado, por lo que sea, de todos los personajillos que me caen mal, voy a tener que resumir mucho para que me quepan en los 3500 caracteres que tiene a bien cederme el diario MENORCA. Vamos con la lista después del punto y aparte.

Me caen mal los que aprovechan las rotondas para adelantar dando unos acelerones de muerte, denotan una arrogancia, y una prepotencia que no creo que abandonen al bajarse del coche. Me caen mal los que conducen sin guardar las distancia de seguridad y te van lamiendo el culo todo el rato para intentar adelantarte, aun más doloroso en nuestra Menorca donde en 50 kilómetros se le va acabar la Isla al energúmeno que se cree que está en la peli «Fast and Furious».

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Me caen mal los que no recogen las mierdas de sus perros, mierda que puede acabar en el calzado de cualquiera, y que convierta las calles en campos de minas. Me caen mal los que tiran las colillas en la arena de la playa, acabaran formando auténticas dunas de plástico y nicotina, Es obvio que me caen mal los que ponen la música a todo volumen en la playa, chico desde que se inventaron los auriculares ponte tu música para ti y déjanos escuchar el mar.

Me caen mal todos los reyes, eso de tener privilegios y poder por la obra y gracia de un dios no me cuadra, y si miro a la Historia la mayoría de ellos han sido muy, pero que muy corruptos. Me caen muy mal los neoliberales, algunos de ellos por necios y los otros por crueles. Me caen mal los que no hacen caso al camarero cuando se acerca a la mesa a tomarles nota y ellos siguen hablando de sus mierdas sin tan siquiera mirarles, ojalá se cayeran más cafés encima de este tipo de cliente.

Me caen mal los que se levantan el cuello del polo, los que comen palomitas con la boca abierta en el cine, los que dan codazos para colarse en las cajas de supermercado, los que insultan en las redes escondidas bajo nombres absurdos tipo «perrorabioso55». Me caen mal los que confunden la vida con una story de Instagram. Me caen mal los que dicen: «tú lo que tienes que hacer» como si fueran psicólogos salidos de la universidad de Mr. Wonderful. Y para acabar, de momento, decirles que yo me caigo mal muchos días, otros sencillamente me soporto y de vez en cuando me gusto un poco, por eso del equilibrio y de evitar los Diazepanes. Feliz jueves. (Creo que tenía que haber titulado este artículo «Me caes mal, 1», ya veremos).

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