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El mes de septiembre tiene una habilidad descomunal para llegar en el peor momento. Una capacidad brutal similar a la que tiene agosto para esfumarse en un suspiro y a la de julio para pasar casi desapercibido. Y así, como el que no quiere la cosa, damos carpetazo a otro verano que derrochaba expectativas por todos los lados y que se ha quedado corto. ¿Se habrá planteado algún científico estudiar si el invierno es más largo que el verano?

Vale, sé que hay muchas más horas de sol en verano que en invierno, pero salvo excepción, todos los días duran 24 horas. Pero coincidirás conmigo en que no todos los días parece que duren lo mismo. Por ejemplo, no es igual un sábado de junio con amigos en la playa que un miércoles de tramontana, lluvia y frío en el que a las 17 horas el sol lleva ya horas escondido.

Como te decía, septiembre y en especial la estación de otoño tiene una capacidad espectacular para trastocarnos. Por un lado, llega la calma, y la isla y los isleños recuperamos nuestro habitual ritmo de vida mientras se rebaja la presión en las playas, en las carreteras, en los restaurantes y en la vida en general. Ya llegarán los tiempos de echar de menos a los que se han ido y, sobre todo, a sus carteras, pero ahora necesitamos nuestra calma.

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A mí el otoño a veces me cae bien y a veces me cae mal. No te sabría decir. Tengo la impresión de que es un apéndice del verano, a la vez que es como un punto y aparte en el año, un momento ideal para marcarse nuevos objetivos y nuevas metas. Yo ya llevo 4 días de retraso en lo de apuntarme al gimnasio.

La sensación de que septiembre es un abanico de nuevas oportunidades y posibilidades no es solo mía, hay mucha gente que lo cree. Algunos lo llaman «el nuevo curso» y depositan el doble de expectativas que en el verano, aunque evidentemente no son las mismas, y al final acaba siendo más de lo mismo. No creo que lo que vivamos este mes difiera en exceso de lo que vivimos en abril. La covid no se irá, seguirán las muertes sin sentido, los contagios y la imprudencia, que aumentarán a medida que nos vaya desapareciendo el moreno. Sí, así de frívolo suena porque así de frívolo han hecho que parezca los que han gestionado todo esto.

Para mi gusto, el septiembre llega demasiado pronto, podría haber llegado unas semanas más tarde. Y más cuando sabes que las fiestas de la Mare de Déu de Gràcia seguirán sin ser las mismas. A pesar de todo, disfrutadlas con sentido y con sentimiento, pensando que todo lo que hagamos bien estos días nos acerca un poco más a las fiestas que queremos vivir el año que viene. Para que el septiembre sea menos septiembre en 2022.