TW

Qué bonita que es una duda y qué poquito se la valora. Una duda es, por ejemplo, el punto intermedio entre hacer una cosa y no hacerla, ese preciso instante antes de meter la pata o el momento antes de dejar escapar la que podría haber sido la oportunidad de tu vida por miedo, por pánico, por responsabilidad. La duda, todo hay que decirlo, a veces te libra de una señora empasta mientras que otras veces te frena cuando estás a punto de alcanzar algún tipo de victoria. Yo dudo mucho, más de lo que aparento y seguramente por encima de mis posibilidades. Como tú. Como todos.

Seguro, amigo lector, que si echas la vista atrás un momento, recordarás algunas de las dudas más importantes que has tenido a lo largo de tu vida y cuyas decisiones te han llevado hasta aquí, ahora mismo, leyendo estas palabras. ¿La última duda? ¿Leo a Dino hoy o no? Te lo agradezco.

La verdad es que dudar nos hace todavía más humanos y hace que valoremos más las consecuencias de aquello que decidimos. Las buenas y las malas. ¿Quiero pizza o pasta? ¿Me compro este coche o aquel? ¿Compro un piso o vivo de alquiler? La duda te lleva simbólicamente a una especie de acantilado o de un abismo en el que no te queda más remedio que tomar una decisión que condicionará tus decisiones consiguientes.

Noticias relacionadas

Hay personas que gestionan mejor que otras una duda. O sea, transforman esa decisión en algo rápido y banal, mientras que otros lo eternizan con una lista de pros y de contras que hacen que al final la duda se muera de aburrimiento, se impaciente, se aburra o directamente que se vaya con otro. Dudar está bien sí, pero tampoco hay que ahogarse en un mar de dudas.

Ni ahogarse, ni tener miedo. Porque no podemos dejar que nos agobie la posibilidad de tener que elegir entre una cosa y otra en función de lo que luego pueda pasar. Yo comeré pizza, me compré un coche demasiado caro y compré la mejor casa que me podría permitir para no estar pagándole la hipoteca a otro.

No tengo la respuesta perfecta para los que se agobien delante de una duda más allá de que intenten valorar la repercusión que tendrá su decisión y tomarla sin miedo, con valentía y sabiendo que la única decisión incorrecta es la que se deja de decidir cuando el corazón te empuja a tomarla.