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He visto que últimamente han surgido negacionistas del volcán de la isla canaria de La Palma. Los negacionistas son gentes que practican el negacionismo –je, je–, que según el diccionario es una «actitud que consiste en la negación de determinadas realidades y hechos históricos naturales relevantes». Hemos oído hablar mucho del negacionismo con respecto al Coronavirus, pero lo cierto es que esa actitud puede extenderse a muchas más realidades, concretamente ahora han salido estos negacionistas del volcán de la zona de Cumbre Vieja. Esto me molesta, me intriga, me subleva por dentro… Pues lo niego y ya está. Aunque parece que los avestruces no meten la cabeza en la tierra, sí que la camuflan de algún modo para que se confunda con ella. Pero esconder la cabeza no sirve de nada si enseñas todo el plumero. Los negacionistas del volcán dicen que la erupción ha sido provocada. Algunos pretenden que el poder intenta con esta catástrofe que la población se olvide del precio de la luz, del coronavirus y de las vacunas. Me da mucha pena, dicen algunos, la gente que ve como «le queman» su isla. Está todo orquestado, dicen otros, si os fijáis, el volcán sale de una ladera y no de la cima, lo cual es muy raro. Esto no es casual, afirman todavía otros, estoy seguro de que el volcán de La Palma lo han provocado con HAARP.

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Acabáramos. El proyecto HAARP es algo complicado, pero se define como un plan de la Fuerza Aérea norteamericana para modificar y controlar el tiempo atmosférico. Consiste en 180 antenas situadas en Alaska que funcionan como una sola antena capaz de emitir un billón de ondas de radio de alta frecuencia que penetran en la atmósfera para interactuar con la corriente de electrojets aureales (léase, la electricidad que flota sobre la tierra). Se trata de un proyecto controvertido cuyos detractores aseguran que puede tener consecuencias catastróficas sobre la naturaleza y llegar incluso a la manipulación de la mente humana. El proyecto podría contribuir a cambiar el clima, basándose en la teoría de la resonancia del científico Nikola Tesla, muerto en 1943; es decir, podría desestabilizar selectivamente los sistemas agrícolas y ecológicos de grandes regiones. Podría modificar el clima contra países hostiles y desencadenar inundaciones, sequías, huracanes y terremotos. Pero de momento no es más que un proyecto entre otros muchos de la Marina y la Fuerza Aérea norteamericana. No hay porqué negar que el volcán de La Palma sea un fenómeno natural.