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Siempre ha habido límites de edad para hacer determinadas cosas de adultos, era parte del misterio y de las ganas de alcanzar ese punto en el que se te permitiría disfrutar de ser mayor. Entrar en una discoteca era una de ellas, no valía ponerte un pegote de rímel en los ojos para aparentar 18 si tenías 15 años, el carné de identidad te dejaba fuera de los elegidos, a algunos les bastaba con llevar unas zapatillas de deporte para no entrar. No había más discusión. Ahora sin embargo sí y se centra en la supuesta niñofobia de los negocios que se reservan para un público adulto.

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Todo porque un restaurante de Bilbao con una extensa carta de cócteles, para alargar la fiesta tras la comida, ha colgado el letrero de que solo admite mayores de edad. Ni la carta ni el ambiente, a juzgar por las fotos, parecen muy adecuados para los más pequeños, y entiendo yo que ese y no otro interés debería guiar a unos padres cuando salen en familia. Aun así FACUA-Consumidores en Acción ha presentado una denuncia contra el local, alegando que hace un uso discriminatorio del derecho de admisión. Como si no hubiera más opciones de restauración en la capital vizcaína y en la mayoría de ciudades españolas para ir con niños. Es mejor saber dónde puedes ir o lo que puedes o no encontrar en un establecimiento, y no que luego te miren con mala cara porque el crío hace las cosas habituales de su edad y te amargues, tú, él y todos a tu alrededor, la comida.

Hay una amplia gama de negocios y restaurantes de todo tipo donde elegir, eso es lo importante, las empresas se especializan, segmentan cada vez más su oferta para captar clientes, y esa supuesta discriminación hace muchos años que se practica en hoteles donde los clientes aprecian el silencio y no las carreras y las zambullidas a lo bomba en la piscina. Es otro público y a cada uno se le da lo que le gusta, otros hoteles están especializados en el turismo familiar. Hay que respetar las opciones sin hacer una montaña de un grano de arena.