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Hace unos días las noticias sobre política en España estaban dominadas por el congreso del Partido Socialista. Este estuvo todo enfocado en la consagración de Pedro Sánchez como líder indiscutible del PSOE. Lejos queda ya el motín de Ferraz del 2016, en el que se tumbó a Pedro Sánchez de su posición como líder y a la que había sido elegido democráticamente por los miembros de su partido. A los seis meses Pedro regresó al puesto de mando, pero sufrió toda clase de trabas por parte de alguno de los antiguos líderes de su partido.

Pedro Sánchez ha demostrado su capacidad de resistencia durante todo el camino que le llevó a ser el presidente del Gobierno español. El también mostró su habilidad alejándose de las posiciones de izquierda que le parecían caracterizar al principio de su carrera. El presente congreso del partido ha querido demostrar la unidad de los socialistas en torno a Sánchez, cosa que era deseable por parte de los miembros del partido.

Los tres presidentes socialistas: Zapatero, Sánchez y González.

Si por una parte, esta demostración de unidad es algo positivo, por otra parte no hay que exagerar esa unidad bajo el líder. No creo que sea deseable llegar a las demostraciones de unidad como las de los partidos que se autodenominan comunistas en China y Corea del Norte. A los votantes del partido no importa tanto la unidad, como el que se cumplan las promesas electorales. Sería bueno ver más discusión interna y más actividad por parte de la ala izquierda del socialismo. Hay muchos temas de carácter social que no parece que se empujen por parte del grupo socialista en el gobierno.

Una de las promesas de Sánchez en las elecciones anteriores fue la de derogar la reforma laboral de Rajoy y su ley mordaza. Pero poca actividad por parte de los socialistas en el Gobierno se ha visto en estos asuntos. La reforma laboral si se ha empujado por parte de Yolanda Díaz. No es un problema simple y requiere acuerdos entre grupos sociales. Yolanda parece muy hábil en estas cuestiones y seguro que lo puede tirar adelante. Pero parece que Pedro tiene el pie en el freno a la hora de actuar.

La derogación de la ley mordaza es un problema mucho más sencillo y Sánchez podría haberlo hecho en cualquier momento, pero no ha movido ficha. Es algo muy decepcionante. Eso sí, en en su discurso al final del congreso socialista nos ha vuelto a prometer la eliminación de estas dos leyes. ¿Se le puede creer ahora? No lo veo muy claro.

En este discurso final también prometió abolir la prostitución. Este es un problema muy difícil, que se ha intentado muchas veces y que no se soluciona simplemente escribiendo una ley. Hacen falta cambios sociales, ofrecer a las mujeres en situación difícil alternativas de trabajo, darles una situación legal en el país a muchas que no la tienen y tener programas de su reincorporación social. Además hay que educar a las futuras generaciones    de lo que significa la prostitución para las mujeres atrapadas en estas situaciones, de la humillación y el horror que representa para ellas. A menos que los hombres mostremos un claro apoyo a las mujeres y no intentemos aprovecharnos de su difícil situación en la sociedad, eso no cambiará. También hay que reforzar la persecución de las mafias dedicadas al tráfico de mujeres, hay que ser implacables con estas organizaciones. Es necesario todo un programa para llevar a cabo esa empresa y de momento no se ha oído nada de los planes del gobierno.

Durante el Congreso, los expresidentes socialistas, Zapatero y González, han arropado a Sánchez. Zapatero lo ha hecho con la cordialidad y franqueza que le caracteriza. Siempre mostrando su lealtad a los principios del socialismo. Felipe González ha mostrado su apoyo a Sánchez, pero al hacerlo y con una sonrisa ha añadido que quiere que exista la libertad de expresión. Eso interpreto que quiere decir que él seguirá haciendo sus comentarios periódicos más cercanos al PP que al socialismo. Cuando aquí digo PP no me refiero al Padre Putativo sino al Partido Popular.