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Le debo el título de este artículo a un internauta que comenta en Tripadvisor sobre Cala Mitjana, una de las playas que se ha visto totalmente saturada este verano. Hay miles de opiniones para todos los gustos, pero debería encender la luz de alerta de los que deciden que abunden comentarios como «decepcionante», «tan preciosa como masificada y maloliente», «un chasco de cala», «agobiante, mucha gente», «bonita cala pero con aglomeración». No se pueden conformar con las palmadas en la espalda en un congreso sobre turismo de naturaleza y que luego circule en los foros esa sensación de que la experiencia no valía la pena. El resumen sencillito y llano del verano es que no ha venido tanta gente pero había gente en todos sitios, dejo esa aparente contradicción para el análisis de los expertos, pero lo cierto es que la masificación, como las meigas, haberlas haylas, se ha dejado sentir y de hecho fue uno de los puntos que tocó el encuentro nacional sobre ecoturismo que acogió Menorca.

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El naturalista JoaquínAraujo se encargó de la clausura del congreso y echó sal en la herida: «Si Menorca es una reserva de la biosfera no puede depender de la muchedumbre de lo feo, de la mastodóntica estupidez, del amontonamiento, ahí está para que lo pensemos», le cito textualmente, y añadió «si la pandemia nos enseñó a tener un determinado control sobre las cantidades, si en esta isla se han cerrado playas porque ya no cabía más gente, habrá que aplicarse algún día el cuento, no es fácil, es tremendamente complejo».

Tanto que sigue sin estar resuelto tras años de análisis sobre una desestacionalización que avanza, pero nunca triunfará mientras las vacaciones del grueso del personal sean en julio, agosto o como mucho principios de septiembre. Pero por pesado que sea no se puede eludir ese debate, hay que analizar cada idea, de entrada sin prejuicios venga de donde venga, organizar esos flujos de gente para que, intentando huir de la masa, no se encuentren en ella.