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A pesar de vivir en una sociedad desarrollada, son muchas las crisis que nos pueden afectar. Acostumbrados estamos a las crisis económicas que nos llegan periódicamente. Estamos ahora pasando una crisis de salud de las que nos suelen visitar pero la actual ha sido de un carácter poco frecuente. También tenemos crisis energéticas como pueden ser fallos en la distribución de combustibles y apagones eléctricos.

Desde ya hace un par de siglos tenemos informaciones estadística sobre estas crisis. Algunas tienen periodicidades bastante bien definidas, como las crisis económicas, otras no tanto como son las pandemias. Teniendo esa información se podría estar preparados para enfrentarnos a ellas y ir reduciendo su impacto, pero no parece que los gobiernos se preocupen de ello. Si acaso en muchos casos desmienten que puedan llegar y miran hacia otro lado. Por eso ha sido sorprendente el anuncio del gobierno austriaco sobre su preparación para un posible apagón eléctrico global.

Reparando la red de Menorca después del apagón de 2018
Reparando la red de Menorca después del apagón de 2018

El anuncio ha sido muy específico dando detalles sobre la preparación por parte del gobierno y aconsejando a los ciudadanos sobre las medidas a tomar. También ha sido muy claro sobre este posible apagón global, han dicho que la cuestión no es si va a tener lugar sino cuando. En esto no puedo estar más de acuerdo. En grandes redes eléctricas como la del este y la del oeste de Estados Unidos o la red europea, los apagones son seguros y los grandes apagones también solo es cuestión de saber cuando es posible que sucedan.

Los datos de apagones eléctricos en Estados Unidos indican que los apagones grandes suelen suceder con una periodicidad de unos 30 años. El último tuvo lugar en el Noreste del país el 14 de agosto de 2003. Se propagó desde el centro del país hacia el este pasando por varios estados y culminó en Nueva York donde causó los mayores daños. El apagón duró algo más de dos días, causó perdidas valoradas en 6,4 mil millones de dólares, afecto a unos 50 millones de clientes, lo que implica que afectó a varios cientos de millones de personas y al menos fue responsable directo de una muerte.

Como cada vez dependemos más de la electricidad en los hogares, estos se quedan totalmente paralizados sin calefacción o aire acondicionado, sin cocina ni nevera, sin luz, sin teléfonos y sin wifi. Pero no son solo los hogares los afectados, es todo el transporte que se paraliza y no puede haber suministro de alimentos y otros elementos vitales.

En muchas partes el suministro de combustible llega por oleoductos, estos necesitan la electricidad para operar. Hace unos pocos meses y debido a un ataque cibernético, se paró el oleoducto Colonial que recorre el este de los Estados Unidos. Allí nos quedamos sin suministro de combustible prácticamente una semana. Fue un caos durante varios días en algunas poblaciones del sur, colas en las pocas gasolineras que aun tenían combustible, más de una pelea entre los que estaban en las colas y gente que llenaba bolsas de basura con gasolina para tenerla de reserva en sus casas. Si este tipo de situación se combina con un apagón global es impensable lo que puede pasar.

El cambio climático empeora la situación, ya que las altas temperaturas como las que hubo en California y sur de Canadá al principio del verano deterioraron muchos de los cables de la red que no estaban preparados para ello. Las fuertes tormentas también afectan a la red de transmisión y hace que partes de la red sean más vulnerables que antes. Todo eso puede aumentar la probabilidad de transmisión de los apagones, aumentando el riesgo de que sean aun mayores. Por otra parte las compañías eléctricas no invierten lo suficiente en el mantenimiento y crecimiento de la red mientras la demanda sube constantemente.

Todo parece indicar que el gobierno de Austria se mueve en la dirección correcta y que en pocos años se podrá demostrar su acierto.