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Nada o casi nada ha salido como pretendía la nueva asociación ‘Salvem Sant Joan’ a la vista de los acontecimientos, tras su presentación en sociedad el pasado domingo. En su loable propósito por defender la fiesta más tradicional para que recupere todo el protagonismo que debiera tener frente a la masificación que la desvirtúa cada año un poco más, la proclama inicial de este grupo ha provocado un efecto contrario.

El uso inapropiado del lenguaje a cargo de su presidente cuando se refirió al papel de la mujer en la fiesta ha motivado que Sant Joan vuelva a aparecer en medios nacionales por una razón que choca de pleno con la más rabiosa actualidad. Cada día asistimos a reivindicaciones en pos de la igualdad y a nuevos logros que ya caen por su propio peso en una cuestión que debería estar mucho más asumida por todos.

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Sant Joan de Ciutadella, de nuevo y siempre en candelero, vuelve a multiplicar su caja de resonancia por una razón o por otra lo que puede suponer un desembarco todavía mayor el próximo mes de junio haya o no haya caballos en Es Born, según determine la pandemia.

Por si fuera poco, el debate sobre la presencia de la mujer en la qualcada, que esta asociación daba por cerrado en la presentación como punto de partida de sus propósitos, no solo no lo está sino que va a dar mucho que hablar, especialmente, a partir de la trascendencia inevitable que tuvieron las palabras de l’amo de Sant Joan Gran, Joan Fedelich, rostro visible de la asociación.

Quizás esta polémica recurrente e inevitable puede haber hallado ahora el momento para que el contraste de opiniones dispares en la calle y en las redes sociales a consecuencia de lo sucedido se ponga en limpio con un debate abierto en el que la mujer payesa se pronuncie. La tradición que distingue a esta extraordinaria fiesta no tendría por qué estar reñida con una evolución que no limite a nadie por razón de genero si cumple el resto de requisitos.