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Menorca se sumó el pasado día 15 al gesto del Mediterráneo en favor de los derechos humanos, fundamentalmente para llamar la atención sobre el drama de los refugiados y migrantes que cruzan este mar en busca de una mejor vida.

Unos 28 talayots y torres entre    los    múltiples que pueblan la Isla se iluminaron al mismo tiempo, con el humo coloreado por la mañana y el fuego al anochecer, como acto solidario hacia estas personas recreando lo que en el pasado pudo ser un recurso de comunicación al dar luz a los enclaves talayóticos de la prehistoria insular. Esos puntos iluminados bien pudieron convertirse en referencia para los que llegan a una tierra de acogida como siempre ha sido la Isla.

La iniciativa ha quedado documentada con imágenes de enorme belleza plástica que justifican el mensaje perseguido al tiempo que lustran cada uno de los monumentos.

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El coste de este acto como de otros que muestran la sensibilidad de la sociedad insular hacia la desdicha de estas gentes, no debería ser nunca motivo de controversia dada su finalidad y la atmósfera de solidaridad y altruismo que los caracteriza si se explicaran con más detalle.

En este último caso el desembolso del Consell para el iluminado de los talayots y las torres ha alcanzado los 12.471 euros, según precisó ayer el conseller de Cultura, de los que 9.016 se han destinado a la pirotecnia y al pago a las tres personas responsables de la organización de la actividad, es decir, el encendido de los monumentos con bengalas.

No es de extrañar que estas sumas que no pasan por licitación pública llamen la atención y hayan sido cuestionadas, entre otros, por la formación de Ciudadanos. El conseller,Miquel Àngel Maria, interpreta una actitud racista detrás de estas críticas y alude a la complejidad de la organización para justificar el elevado presupuesto. Muy compleja debe ser para que un acto aparentemente sencillo cueste tanto dinero.