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Hoy es el Día Internacional contra el Cáncer Infantil y el 4 de febrero se conmemoró el Día Mundial contra el Cáncer. Ambas son fechas para concienciar sobre la enfermedad y apoyar a las personas que la están pasando. También para revindicar la investigación y reclamar por las carencias en la prevención y el tratamiento. Abundan –como en todos los días que salpican el calendario con distintas causas–, las declaraciones institucionales y de intenciones. No creo que sea postureo porque en la lotería oncológica todas las bolas están en el bombo, pero hace falta poner hilo a la aguja y ser contundentes contra la desigualdad en la detección, el tratamiento y en definitiva, las esperanzas de sobrevivir a un cáncer, o al menos que eso no esté condicionado, en nuestra propia comunidad autónoma, por la isla en la que vives. El Govern anunció que se ampliaba el programa de detección de cáncer de colon al 90 por ciento de la población balear de 50 a 69 años; es algo muy positivo sin duda, empañado por el detalle nada nimio de que el 10 por ciento restante corresponde a Menorca. Pero esa noticia dio lugar a otra aún peor, más grave todavía, y es el colapso en el servicio de Digestivo del hospital menorquín por la falta de especialistas. Es decir, que no solo no contamos con diagnóstico precoz, sino que personas con sospecha de poder tener un cáncer tendrán que esperar, con esa angustia, hasta que se les pueda confirmar o descartar porque no hay médicos suficientes. Como dijo el presidente del Colegio en la Isla, la clase política debería poner el grito en el cielo, pero no les oímos a todos. La consellera de Salud tuvo una magnífica oportunidad de explicar en el Parlament qué gestiones se realizan para atraer y fidelizar especialistas en el ‘Mateu Orfila’ pero tampoco escuchamos nada, salvo reproches cruzados. Esta no es una discriminación que se quedará en el fragor informativo de unos días, de una semana, porque está bien seguir celebrando ‘días de’ pero se necesitan hechos y soluciones.