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La voladura interna del PP me ha pillado leyendo «Renovar la democracia. Gobernar en la era de la globalización y el capitalismo digital» de Nathan Gardels y Nicolás Berggruen (prólogo de Felipe González). La democracia se tambalea con el auge de populismos, nacionalismos, trumpismos, brexits, noticias falsas; y con el nuevo zar y el nuevo emperador pisando fuerte para alumbrar un orden mundial mucho más autoritario y opaco que el que hemos conocido hasta ahora.

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Las luchas por el poder son encarnizadas, especialmente dentro de los propios partidos. El partido socialista salió de su crisis con un líder indiscutible, engullido ideológicamente por los partidos más a su izquierda. Algo parecido le puede pasar al partido popular, que ha acabado como el rosario de la aurora ante el empuje electoral de Vox y los celos por el liderazgo que han derivado en guerra sucia.

Los partidos, que dicen luchar contra la corrupción, solo ven la ajena como arma de acoso y derribo del adversario. Las acusaciones mutuas no son creíbles cuando son incapaces de ponerse de acuerdo en el objetivo común del control y la transparencia. El que esté libre de pecado (véanse casos en todos los partidos que gobiernan algo) que tire la primera piedra. Todos tiran piedras al contrario, y el PP sobre su propio tejado. No hay que probar nada ni presumir inocencia. Basta con el escándalo, el ruido, el deterioro de la imagen pública. Penoso espectáculo.