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Como dice la cancioncilla norteña, «las vacas del pueblo ya se han escapao, riau, riau…» y aquí nos está pasando lo mismo. Lo cómodo o práctico, llámenlo como quieran, es dar la culpa a «la guerra» de todas las subidas de precio y escasez de piensos, pero es que la guerra no viene solo por la situación actual del conflicto Rusia-Ucrania, sino por una serie de batallitas nacidas hace muchos años derivadas por el mirar hacia otro lado por parta del organismo que debería haber aportado soluciones puntuales y efectivas. El consumidor de a pie o sea usted y yo, ha estado escuchando las continuas quejas nada caprichosas por parte del sector desde hace mucho y lo hemos estado haciendo desde la barrera que es donde no te pueden pillar. Nos íbamos quejando de la subida de precios pero poca cosa más ya que a la hora de la verdad lo que nos interesaba es que en las estantería de los comercios no faltaran las botellas de leche, los quesos y la mantequilla y que así nuestros desayunos fueran de lo más relajados posible. Ahora está presente una enorme goma de borrar que, no solo hará desaparecer la bucólica estampa de nuestras vacas pastando, sino que además vamos a dejar que de nuevo el Ministro Garzón nos diga que mejor así, que cuanto menos las toquemos mejor. Estaremos diciendo adiós a esos productos tan nuestros, incluidos la carne en todas su variantes o será simplemente una hasta luego y a seguir esperando in aeternum el milagro salvador? Las ubres están que arden y la moral del ganadero mucho más. Seguiremos disfrutando de la buena leche o deberemos seguir conformándonos con la mala?