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Ports de les Illes Balears se ciñe a la consideración favorable que de forma unánime otorgó el pleno del Ayuntamiento de Es Mercadal al proyecto global de la reforma del puerto de Fornells en julio de 2018, y de ahí no hay quien mueva al ente público de gestión.

De nada sirve que a medida que avanza la obra se advierta con claridad que el edificio de servicios, en el mismo lugar que ocupara el restaurante Es Pla, no hace sino malbaratar la visión de una parte de la magnífica bahía desde un punto de paso estratégico para contemplarla, a escasos metros del centro neurálgico de este enclave singular del norte de la Isla.

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Al director general de Ports, Francesc Xavier Ramis, como en general a la conselleria que liderara Marc Pons cuando se presentó el proyecto, le pueden silbar los oídos por el rechazo popular que se hará más ostensible el próximo día 9, según sea el éxito de la convocatoria de la manifestación urdida por dos partidos antagónicos, el PP y la Entesa, hermanados en este caso, en la junta local de Fornells, en la que se abstuvo el PSOE.

Los populares sostienen que hay otro tipo de intereses en este proyecto que escaparían a la legalidad en la tramitación de las obras, porque el edificio de la discordia carece de interés público. La gente de Fornells, no demasiado dada precisamente a posturas unánimes, sí comparte ahora lo inadecuado de esta construcción en primera línea por más que se hayan reducido sus dimensiones y retirada la intención de albergar una cantina.

Como consecuencia va a resultar que    la mayor inversión en una infraestructura pública que recibe Fornells en el nuevo siglo, es decir, más de 7 millones de euros para la reforma de su puerto, no cuenta con la aprobación general de sus gentes. ¡Qué triste paradoja!