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Los cristianos laicos viven en sociedad y son parte de ella. Son ciudadanos corrientes. Su actuación social, personal y responsable, ha de ser coherente con su fe y con su condición humana racional. A tal efecto los Papas, especialmente desde fines del siglo XIX, han proporcionado un conjunto de principios y directrices de acción, llegando a constituir un amplio cuerpo doctrinal que se designa como Doctrina Social de la Iglesia (DSI). En ella se trata de la dignidad y de los derechos de la persona humana, la concepción de la sociedad civil, la familia, la educación y la cultura; el trabajo, la empresa y el mercado; los medios de comunicación, la organización social y política, la misión y límites de la acción del Estado; la defensa del medio ambiente y de la paz, el desarrollo de los pueblos, la cooperación internacional, etc.

El pecado original introdujo el desorden en el mundo. Con su obra redentora Cristo se propone salvar a los hombres y restaurar el orden temporal. Dios ha querido reconciliar en Cristo todas las cosas. La misión de la Iglesia, como la de Cristo, es sobrenatural y tiene por fin la salvación de los hombres, incluyendo también la recta ordenación de las realidades temporales. La Iglesia, además de transmitir el mensaje de Cristo y comunicar su gracia con la predicación y los sacramentos, quiere impregnar con el espíritu evangélico todo el orden temporal.

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2 Los juicios del Magisterio de la Iglesia no se refieren a cuestiones técnicas, económicas o políticas, sino a la dimensión ética de la realidad. Son los cristianos laicos, junto con los demás ciudadanos, quienes han de promover soluciones concretas actuando con conciencia cristiana y bajo su propia responsabilidad. Se ha de aceptar la unidad en la doctrina y la pluralidad en las soluciones concretas a los diferentes problemas. La DSI pretende interpretar las realidades sociales, examinando su conformidad con el espíritu evangélico, para orientar en consecuencia la conducta del fiel cristiano. La DSI al pertenecer al ámbito de la teología moral no es una ideología, pues no incluye modelos, sistemas ni programas de acción. Ninguna ambición terrena mueve a la Iglesia. Solo pretende, bajo la guía del Espíritu Santo, continuar la obra de Cristo, que vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para condenar, para servir y no para ser servido.

Para la Iglesia enseñar y difundir la doctrina social pertenece a su misión evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano. El estudio de la doctrina social es un acicate para la acción. Es una parte importante de la formación cristiana que los fieles necesitan, tanto para sí mismos como para evangelizar. En muchas ocasiones la falta de ese estudio puede llevar a un divorcio entre la fe y la vida diaria, uno de los más graves errores de nuestra época. En su actuación social los cristianos han de respetar también la libertad de los demás, que Dios mismo ha querido para sus propios hijos, lo mismo que han de armonizar la defensa de la verdad con el respeto a la libertad. La DSI es una manifestación de lo que hoy se llama la «Iglesia en salida», en la que los fieles laicos tienen un papel decisivo.

Para todo el que quiera formarse recomendaría el «Compendio de la doctrina social de la Iglesia» del Pontificio Consejo «Justicia y Paz», editado por Planeta en su sección de Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2005.