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A veces, la vida va sobre carriles de una sola vía y es muy cómoda. Pero por lo general nos enfrentamos continuamente a dilemas no siempre fáciles de resolver. Elegimos siempre, aunque no seamos muy conscientes de ello, y esas elecciones, grandes o pequeñas, van configurando nuestra vida. Si queremos estudiar el comportamiento humano, las alternativas y las decisiones que debemos tomar frente a ellas son inevitables. Unos consideran que estudiar el comportamiento humano es un tema simple, otros creen que es el tema más complejo que tenemos delante. La primera elección será: juzgar al prójimo o intentar comprenderlo. Preguntarnos si nos movemos por ideales y principios o por intereses y necesidades. Si seguimos nuestro propio camino o nos dejamos llevar por la presión social. También en otros temas aparecen dilemas a porrillo. El más famoso es: ser o no ser, de un tal Hamlet. Y si optamos por ser, qué queremos ser… Lo peliagudo es pretender una cosa y la contraria, como ir en coche y no contaminar, vivir del turismo y que venga poca gente o comer demasiado y no engordar.

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Renunciar a elegir es dejar que otros elijan por nosotros. No solo en política. Muchos quieren que les demos ese poder y hacen propaganda para conseguirlo. Yo me pregunto: ¿Es mejor delegar nuestras decisiones por comodidad y dejarnos llevar o hacer frente a los problemas con valentía, comprometiéndonos en las posibles soluciones? ¡Vaya dilema!