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En la panadería se seguía hablando del tiempo y del imparable ascenso de los precios, a nadie importaba que en el Consell se hubiera roto el pacto de gobierno por una ley de reserva de la biosfera. Demasiado artificial todo, pese a la trascendencia impostada que le han puesto a la cosa, en particular la escenografía soviética de la decena de cargos nacionalistas para amenazar con su marcha, mientras se piensan si se van, se quedan o están a ver qué pasa. Bien mirado es un déjà vu en toda regla.

Més per Menorca y sus antiguas marcas electorales (PSM y Entesa de l’Esquerra) son campeones de la estrategia, el que más tajada saca de su paso por la institución. Si excluimos el primer mandato de constitución del Consell, el año que viene se cumplen 40 años de la institución con el estatuto de autonomía aprobado.     

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En las diez elecciones celebradas desde 1983, la izquierda ha ganado siete (contando la frustrada por la moción de censura de 1991) y la derecha solo dos. El PSOE, líder de la izquierda, siempre ha necesitado socio para gobernar con la tercera fuerza, los nacionalistas, que se han hecho valer como ninguna otra.

Més ahora, Entesa antes, ha manejado un discurso tan simple como efectivo basado en dos ejes, lengua y territorio, que ha impuesto ayudado por una estrategia paralela de colonización del funcionariado de la institución. Es el partido que más ha cantera ha utilizado para sus cargos públicos con personal de la casa.

El resultado es que siendo los terceros en respaldo popular han sido realmente los primeros en el disfrute del poder. Incluso en 2015 aprovecharon la debilidad socialista para hacerse dos años con la Presidencia. Visto con perspectiva histórica ¿qué ha cambiado? Nada. Si hay que aumentar la presión sobre PSOE, siempre queda el recurso de asustarlo un poco más dejándolo solo al tiempo cambiante de abril.